"El Gobierno está para impedir que las peores
previsiones se hagan realidad". Esa ha sido la respuesta del ministro de
Hacienda,
Cristóbal Montoro, cuando en los últimos meses los periodistas le han
atosigado con preguntas sobre el optimismo económico del Gobierno, o sobre si
sus previsiones tienen base real.
El Ejecutivo puso su cuadro macro sobre la mesa el
pasado mes de agosto. El PIB, estimaba entonces, caería un 0,5% en 2013 y el
paro apenas superaría el 24%. Predicciones que en poco tiempo y, sobre todo,
con el paso de los meses empezaron a palidecer. El consenso de los analistas
vaticina que la contracción de nuestra economía rondará el 1,5%, 3 veces peor
que el Gobierno, y que el paro estará cerca del 27% a finales de año.
La cuestión ha llegado a tal extremo que hasta el
propio gobernador del Banco de España, un
Luis María Linde propuesto para el
cargo por Luis de Guindos, ha calificado como "demasiado optimistas"
las cifras que ha usado el Gobierno para confeccionar los presupuestos
generales de este ejercicio.
Moncloa ha basado sus cartas en tres pilares que no
han resultado el dique esperado contra la marea de la recesión. Una reforma
laboral que todavía no ha creado empleo, la pujanza de las exportaciones en la
que todavía no participan miles de pymes que conforman nuestro tejido
empresarial, y una mejora de la productividad junto con la reducción del
déficit por cuenta corriente que se debe principalmente al aumento del paro y
la caída del consumo.
Lista de
deberes
Después
de 15 meses de Gobierno, los resultados de la política económica no convencen a
Bruselas. Por ello ha vuelto a tirar de las orejas a España por una agenda
reformista incompleta e incluso por la tardanza en la aplicación de las medidas
ya aprobadas. Los deberes que la Comisión Europea le pone a
Rajoy pasan por
cinco grandes áreas. Para rebajar las cifras de desempleo, el comisario
Olli
Rehn subraya la importancia de que el mercado laboral funcione correctamente.
Así "sería útil reducir la dualidad del mercado laboral, más flexibilidad
interna, un mecanismo de negociación para acompasar los salarios a las
condiciones económicas, una mayor empleabilidad de los jóvenes y un mayor uso
de los contratos indefinidos". Y vuelve a insistir en invertir en
formación de los trabajadores para que puedan encontrar empleo y reformar el
antiguo INEM.
En
cuanto a la mejora de la competencia, el reequilibrio de la economía y la
competitividad internacional mejoraría si España dispusiera de "una mayor
flexibilidad en la reasignación de recursos". Para ello pide "medidas
que refuercen la competencia en el mercado de productos y servicios, mejorar el
entorno empresarial y apoyar el crecimiento y la internacionalización de las
compañías".
Capítulo
especial merece el crédito, donde la Comisión aconseja "incrementar la disponibilidad
de las fuentes de financiación no bancarias y adoptar medidas específicas para
que las pymes puedan financiar su crecimiento y la redistribución de
recursos". Sobre el sector inmobiliario también "destaca que un mayor
y más eficiente mercado de alquiler de pisos ayudaría a estabilizar el sector
de la vivienda y promover la movilidad geográfica de los trabajadores".
Con
respecto al déficit público y pensiones, la Comisión aconseja "consolidar
medidas estructurales, incluyendo la sostenibilidad del sistema de la Seguridad
Social, y adoptar nuevas medidas para reforzar la orientación a medio plazo del
marco institucional de las finanzas públicas". En este punto, la Comisión
se refiere tácitamente a la aceleración de la reforma del sistema de pensiones
que lleva pidiendo desde el año pasado. Y con la jerga del "marco
institucional de las finanzas públicas", recuerda veladamente la necesidad
de acelerar la puesta en marcha del organismo independiente para supervisar las
cuentas de las distintas administraciones.
Obligados a rectificar
Esta semana el ministro de Economía ha avanzado que la
caída del PIB durante el primer trimestre del año oscila entre el 0,5 y el
0,6%, lo que ya supera la previsión del Gobierno para todo el año. Sin embargo,
De Guindos espera que en el segundo trimestre los datos sean "algo mejores", que
ya en el tercero se encuentren próximos a cero y que en el último incluso pueda
haber un crecimiento positivo en términos intertrimestrales.
"Las previsiones de 2013 están en el cuadro
macroeconómico que acompaña a los presupuestos generales del Estado. Ahora, a
finales del mes de abril, debemos presentar el Programa de Estabilidad. Estamos
estudiando todas las informaciones disponibles, hablando con la Comisión
Europea y, si es necesario, procederemos a la rectificación, a un cambio en las
previsiones, como han hecho el FMI y la CE", ha reconocido el propio
Mariano Rajoy. "Las previsiones no son quinielas, son objetivos de
política económica que deben cumplirse, y de hecho vamos a cambiar estas
previsiones", manifiesta ahora el presidente.
El ministro de Economía afirma que estas nuevas
previsiones serán "conservadoras" para hacer creíble el cumplimiento del
déficit. Aunque elude concretar qué descenso del PIB incluirán las nuevas
cifras, admite que tendrán en cuenta el entorno internacional "más complejo",
especialmente en la zona euro.
Para el catedrático de Economía de la Universidad
Pompeu Fabra,
José García Montalvo, el Ejecutivo de
Mariano Rajoy "sigue
la línea del anterior de pecar de un gran optimismo, lo cual es peor a la
larga, ya que unos presupuestos mal planificados tienen muchas implicaciones,
no solo en el cumplimiento del déficit".
2014, una incógnita
El Gobierno espera 2014 como el fin de la travesía por
el desierto que culmine en un oasis de crecimiento y creación de empleo. El
verano pasado Economía pronosticó un crecimiento del 1,2% para el año que
viene. Y ahora De Guindos mantiene que, en cualquier caso, la próxima corrección
no llevará la previsión oficial por debajo del 1%.
Pero los peores augurios, como ya ocurrió en 2011 y
2012, empiezan poco a poco a calar. El banco HSBC fue el primero en descolgarse
asegurando que España y Chipre serán las únicas economías europeas que se
mantengan en recesión en 2014. Y ahora es la Comisión Europea quien da la voz
de alarma augurando un año más de crisis en nuestro país.
El resto de pronosticadores también dejan al Gobierno
como el más optimista de la clase. La OCDE, el FMI, el Banco de España y las
agencias de calificación están rebajando sus previsiones en las últimas semanas
y el consenso estima ahora un crecimiento de entre el 0,5 y el 0,8%. Eso sí, a
la espera de que nuevos riesgos que sobrevuelan el euro se materialicen o no en
los próximos meses.
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