lunes 08 de abril de 2013, 10:20h
Como es normal
y es su deber el Papa Francisco, en sus primeros mensajes, predica la paz. Al hacerlo, enumeró los
conflictos abiertos en el mundo en nuestros días: Israel-Palestina, Siria,
Malí, Nigeria, Congo, Afganistán, Corea... Se podrían añadir otros focos de
contienda mantenidos por organizaciones guerrilleras o terroristas. En nuestros días no están planteados los
clásicos conflictos entre las potencias mayores de proyección mundial ni
aquellos, típicos antaño, entre las potencias europeas. Nacer en Europa o en
América ofrece unas garantías de seguridad mayores que nacer en Asia o en África,
por ejemplo. El mundo es formalmente más pacífico en los lugares donde impera
una diplomacia cooperativa y donde el poder militar está regulado
democráticamente y se mantiene el monopolio y la superioridad armamentística al
servicio de Estados legítimamente constituidos. El éxito de la política de
defensa de los Estados legalmente constituidos es la paz.
Pero la paz se
rompe o es puesta en riesgo allí donde es débil el control del Estado, donde
gobiernan "señores de la guerra" y donde el pacifismo es una teoría que solo
predican quienes carecen de los medios para mantenerla. Cuando algún tiranuelo,
como el "querido Kim III", amenaza con misiles nucleares a poblaciones del
mundo pacífico a su alcance, sus bravatas no provocan el pánico que sería de
esperar porque resulta difícil creer que el sátrapa gordito sea un suicida. La
confianza, ya veremos si excesiva, reside en que, mientras la imprudencia no
haga estallar bombas, la superioridad militar del mundo que vigila la paz es
absoluta y, por ahora, esa superioridad no ha sido totalmente anulada por las
absurdas restricciones presupuestarias recortando el primer deber de las potencias
libres que es velar por la seguridad del mundo. A los pobres de la tierra, aún
antes que mejorar sus condiciones de vida, hay que garantizarles su derecho a
vivir.
Mientras los
satélites de observación controlen cada movimiento de los agresores potenciales,
mientras haya soldados disponibles para interponerse en los conflictos en
cualquier lugar de la tierra, mientras haya barcos o aviones operativos para
limitar los tráficos ilegítimos o localizar los focos agresivos, el mundo
tendrá una paz, quizá precaria, pero predominante. Las pasiones conflictivas,
como oíamos en la enumeración papal, proliferan como las infecciones. Pueden
ser producto de la codicia, de la envidia, del odio y, también, de la
injusticia, del desorden y la desigualdad. Pero sea cual sea el origen de las
discordias y por mucho que se haga por corregirlo, siempre sobrevivirán
impulsos agresivos y tentaciones a la violencia como parte de la naturaleza
pecaminosa de la humanidad que comenzó su historia bíblica con un fratricidio.
Por tanto, nunca estará de más tener en cuenta aquel refrán de "a Dios rogando
y con el mazo dando". El Papa cumple su deber con la predicación de la paz,
pero otros deben cumplir el deber de su defensa. Sigue estando vigente la
sentencia romana "si vis pacen para bellum", si quieres la paz prepárate para
la guerra.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
|
elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
|