miércoles 27 de marzo de 2013, 09:50h
En los
últimos días se han disparado las noticias y comentarios sobre el
futuro de Europa y sus consecuencias. No nos planteamos cuando nació
la idea de la criatura: como mezclar, casar y convivir, lenguas,
culturas, historias y vivencias diversas. Fui un entusiasta
partidario de la creación de la Europa unida y, como representante
del Gobierno en la lucha contra la Droga, tuve ocasión de asistir a
múltiples sesiones en Bruselas. En un tema tan importante y
técnicamente tan fácil de llegar a desarrollar programas comunes,
me encontré con la cruda realidad. Un amigo, con experiencia en los
vericuetos europeos, me dijo: "mira, un camello es un caballo
designado por una comisión". Entendí que en Europa prevalecían
los intereses nacionales y era fácil, alegando motivaciones
localistas, el vetar avances que parecían lógicos. Creo, que lo que
está ocurriendo en estos momentos, responde a intereses locales
controlados por instituciones e intereses económicos.
Es
cierto que la mayoría de los dirigentes no han estado al nivel que
la realidad requería.
Relataré
una vivencia que, aunque se refiere a nuestros Reyes, no creo violar
ningún secreto. En 1994 y con motivo de la inauguración de las
Salas del Museo Dalí en Figueres, los Reyes presentes en el acto,
asistieron después a una comida. En la mesa y entre otros, aparte
de los Reyes, estaban el expresidente Pujol y su esposa, mi esposa y
yo como Delegado del Gobierno. En un momento determinado, el Rey nos
preguntó que nos parecía que Berlusconi se presentase a las
elecciones en Italia. El presidente Pujol dijo que le parecía bien
ya que era una persona que había triunfado en su actividad privada y
que esa experiencia lo podía hacer válido para la política.
Después de un breve silencio, la Reina tomó la palabra y de forma
clara y directa manifestó su discrepancia, dijo que precisamente por
su actividad privada y la forma de desarrollarla creía que le
invalidaba para la política y no haría ningún bien a Italia.
Aquella
visión de la Reina me ha hecho pensar muchas veces cómo se han
desarrollado los acontecimientos en los años siguientes.
Algunos
dirigentes, interponiendo sus intereses locales, han enlodado la vida
de los países, dando ocasión a que los casos de corrupción y
"usura democrática" nos lleven a situaciones como las actuales.
Miguel
Soláns Soteras