Al cumplirse los veinte años
de la entrada en vigor del Tratado de Maastricht, en el que se introdujo el
estatuto de la ciudadanía europea, la Comisión ha decidido declarar 2013 como
el Año Europeo de los Ciudadanos. El objetivo final de esta acción radica en
conseguir acercar la Unión Europea a los ciudadanos y animar a éstos a la
participación en los asuntos europeos.
Resulta más que evidente
que todo lo relativo a la Unión Europea suena extraño en nuestro día a día. Así
lo ponen de manifiesto los últimos datos estadísticos publicados por el
Eurobarómetro: los propios ciudadanos consideran que el índice de participación
en las elecciones europeas es bajo por falta de información sobre el impacto
que la Unión tiene en la vida cotidiana.
Ciertamente, la Unión
Europea ejerce una influencia directa en nuestras vidas. Mucho mayor de lo que,
en principio, podamos pensar. Los componentes que ha de reunir un producto
lácteo para poder etiquetarse como yogurt, quién debe pagar el canon por copia
digital, las formas de gestión de los residuos que generamos o la calidad de
nuestras aguas de baño son todas ellas cuestiones que se deciden en Bruselas,
con la participación de Estrasburgo. Consejo, Comisión y Parlamento forman un
triple eje decisional del que surge un importante número de normas que regulan
nuestra cotidianeidad.
Siendo así, es más que
obvio que la Unión Europea, lo que es y cómo funciona, nos debe interesar, pues
nos jugamos mucho en ello.
Un primer paso a tal fin
es, sin duda, conocer que el hecho de ser nacionales de un Estado Miembro de la
Unión nos garantiza una serie de derechos. Recibir asistencia diplomática en el
extranjero en alguna de las embajadas de un país miembro de la Unión, dirigirse
a cualquier institución europea en la propia lengua, circular y residir
libremente en cualquier Estado miembro de la Unión, formular peticiones al
Parlamento, recurrir al Defensor del Pueblo Europeo para expresarle cualquier
queja ante la actuación de una institución pública, poder elegir a los miembros
del Parlamento Europeo o a los miembros de la corporación municipal del lugar
de residencia, o presentarse como candidato en uno y otro caso, son derechos
que tenemos reconocidos en tanto que ciudadanos europeos. Pero también se prevé
en los Tratados el derecho a participar en la vida democrática de la Unión y el
deber de sus instituciones de actuar con la mayor apertura y cercanía posibles a
los ciudadanos.
Un segundo paso, no menos
importante y derivado del anterior, consiste en reforzar la participación de
los ciudadanos en la toma de decisiones. No basta con declaraciones
programáticas, sino que ha de quedar plasmado en prácticas concretas. En este
sentido, el hecho de que el Parlamento Europeo haya ido progresivamente ganando
protagonismo en el procedimiento legislativo es un avance muy importante. Pero
ha de seguirse en esta línea. Resulta fundamental, en mi opinión, reforzar el
papel de los partidos políticos a nivel europeo o, dicho sencillamente,
europeizar los partidos políticos, de tal modo que la política en la Unión se
haga pensando en el conjunto, y no en los intereses nacionales.
En tercer lugar, la
Comisión, como Ejecutivo europeo, también ha de ver fortalecido su respaldo
democrático. El hecho de que el candidato a presidirla sea propuesto por el
Consejo Europeo y ratificado por el Parlamento no es suficiente; es necesario
conseguir que, de algún modo, los ciudadanos puedan expresar su parecer al
respecto directamente. Resulta muy interesante, en este sentido, la propuesta
que han lanzado tanto el Parlamento como la Comisión de que los partidos
políticos, durante las elecciones europeas, se manifiesten sobre la persona a
la que propondrán como candidato a presidir la Comisión.
Finalmente, han de
adoptarse fórmulas para potenciar la organización de la sociedad civil y hacer
sentir su voz en Europa, más allá de la influencia que ejercen los grupos de
presión.
Si queremos que la Unión
Europea siga siendo la historia de un éxito hemos de conseguir dar un espacio mayor
a quienes la constituimos verdaderamente, que no son ni los políticos, ni las
instituciones, ni los Estados: somos los ciudadanos.
Isaac Martín
Director del Centro de Estudios Europeos de la UCLM