viernes 15 de marzo de 2013, 11:39h
Habrá quedado claro, supongo, en mi artículo anterior el desdén que
siempre me produjo la LOGSE de 1990 y la negativa del gobierno socialista a
redactar una ley de financiación de la misma solicitada por iniciativa popular.
Coincido con muchos; las nefastas consecuencias de esa política educativa han
llenado España de titulados, secundarios, superiores o mediopensionistas que no
han leído un libro en su vida, y no sólo egresados de Magisterio.
Pero la forma en que la Consejería de Educación del Gobierno de Madrid
ha filtrado los datos de la última oposición al Cuerpo de Maestros, y como han
presentado muchos medios esas cifras debería ser objeto de estudio en las
facultades de ciencias de la desinformación, la manipulación amarillista y la
demagogia más descarada.
Veamos primero el "cui prodest" ¿A quién beneficia y perjudica la
noticia presentada de esa forma? Hay dos partes, enfrentadas por definición, en
las negociaciones educativas; la Consejería de Educación y los sindicatos. Uno
de los núcleos más frágiles de afiliados a los sindicatos educativos es el de
los interinos. Por su mismo carácter de empleados sin garantías de permanencia
en el puesto son también los trabajadores de la enseñanza con mayor porcentaje
de afiliación sindical. Muchos de ellos aprobaron las oposiciones en algún
momento de sus vidas, pero se quedaron sin plaza por no haber vacantes en ese
momento. Desde hace algunos años renuevan cada año sus contratos con las mismas
ventajas que los funcionarios en cuanto al pago de vacaciones o trienios. A las
consejerías de educación les interesa la pervivencia de esta bolsa de
contratados, porque puede disponer de ellos para mandarles de aquí para allá o
haciéndoles compartir la jornada en varios centros educativos distintos. Pero aún
le interesa más suprimir a estos contratados y sustituirlos por otros nuevos, a
quienes deja de pagar al inicio de las vacaciones y vuelve a contratar al
inicio de curso. No les paga trienios, ni complementos.
Ese es el verdadero meollo de la cuestión. Por eso al Gobierno de la
Comunidad de Madrid le interesa pintar a todos lo que no han aprobado las
oposiciones con los colores del despropósito más vergonzante, y a ello se han
prestado los medios de comunicación, encantados con el sensacionalismo de unos titulares
sesgados y tendenciosos. Veamos.
Se presentaron 14.110 aspirantes. El 86 % suspendió en la fase previa
de conocimientos. Hasta ahí todo normal. Cuando se presentan miles de
aspirantes es lógico diseñar una prueba eliminatoria para filtrar a los opositores
y hacer posible el trabajo de los tribunales en un plazo razonable. Si
tuviéramos confianza en las fases previas de nuestro sistema educativo no
habría que preguntarles por los afluentes del Ebro, pero eso es lo que hay. Y
siempre hay algún opositor nihilista que pasa de todo, se hace el gracioso o
realmente merece figurar en las antologías del disparate.
Ese examen de conocimientos incluía todo tipo de cuestiones, algunas
de ellas, sólo algunas, para el nivel de un niño de doce años. Otras era de
niveles superiores o relacionadas con la Psicopedagogía. No importa. 12.199
opositores no pasaron esa prueba. Uno se quedó en blanco con la taxonomía de
una serpiente. Otro erró al precisar cuál es la longitud de una circunferencia
con un centímetro de radio. Un tercero, o tal vez fuera la misma persona que en
los dos casos anteriores, no acertó con el significado de escrúpulo.
¿Los titulares? "Más de doce mil opositores a maestros no saben decir
qué clase de animal es un gato". Ignacio González, Presidente de la Comunidad
de Madrid se habrá frotado las manos al ver esas ediciones. Ya tiene su excusa
para echar fuera de las listas a los interinos con derechos laborales más
consolidados que los nuevos aspirantes.
Podemos proponer otros titulares redactados de la misma forma; "Los
políticos del Partido Popular sólo leen el Marca". O "Los presidentes de la
Comunidad Autónoma de Madrid alaban la creatividad de artistas como Sara Mago".