jueves 07 de marzo de 2013, 10:39h
¿Es España más corrupta que otros países?, o dicho de
otra manera: ¿existe en España, en sus instituciones, en sus empresas, entre
sus ciudadanos más corrupción que en otros países europeos o comparables con
nosotros?. Una o dos preguntas que nos hacemos todos los días, que los
ciudadanos y la sociedad española se hace todos los días y que es bastante
fácil de contestar: NO, así, con mayúsculas. Lo cual no es bueno, es
sencillamente malo ya que habla de la podredumbre de un sistema democrático basado en el funcionamiento de los partidos
políticos, en las elecciones plurales y libres cada cierto número de años, y en
el mantenimiento de una utopía nacida en la Revolución Francesa: la separación
de poderes ideada por Montesquieu, que ha saltado por los aires con las otras
revoluciones: la industrial y la financiera.
Sonará a cínico y tal vez lo sea, pero la realidad es
tozuda y te hace ver que el funcionamiento de esta democracia tan nuestra desde
hace 30 años , y tan vieja para muchos de los grandes países europeos, es como
los motores de los coches: necesita de un adecuado nivel de aceite para que ni
patine, ni se queme. Ese es el papel que la corrupción institucionalizada ha
venido y viene jugando en las naciones de esta querida, deseada, ejemplar,
liberal y desigual Europa. Hoy la vemos como el segundo de los problemas que
nos atenaza tras el del paro, pero están muy ligados una y otro, viven y van a
vivir como dos hermanos siameses, imposibles de separarlos. La democracia en la
que vivimos los necesita y los mantiene, a veces con respiración asistida.
Cuando la corrupción se agiganta y se instala en cada uno
de los poros del sistema hasta hacerlo irrespirable es como si se echara
demasiado aceite al motor del automóvil. Todo patina, nada funciona, el coche no anda, se para y
por más que aceleremos no conseguiremos ponerlo en marcha, ni mucho menos que
nos lleve allí donde la mayoría quiere ir. ¿ Qué pasaría si, por el contrario,
se fuese tan tajante, tan escrupuloso, tan vigilante, tan "legal" y justo
que se quitara por completo, que desapareciera de todas partes, que todos y en
todo momento fuésemos tan exigentes, tan puros, tan honestos que la palabra
desapareciera de los diccionarios y de la vida pública?. Pues que estallaría el
motor y el automóvil en el que viajamos se quedaría más quieto que un muerto.
¿Suena mal,
verdad?. Pero estoy seguro de que sí cada uno de los que estén leyendo
este artículo se paran a pensarlo, tan sólo un minuto, descubrirán que es un
imposible y algo más. Se llegaría a un punto en el que ya estuvo la Grecia de
Solon y los jueces, se llegaría a otro modelo de dictadura, pero dictadura al
fin y al cabo.
Es necesario que la Justicia actúe, y que a ser posible
lo haga con los ojos vendados, de igual forma para todos. Y que aquellos que
pasan la raya tengan el justo castigo. Pero y es un pero más a los que ya he
descrito, una cosa es la ley y otra la justicia, y una buena parte de las veces
- lo vemos cada día- no caminan juntas. Una cosa, una actuación puede ser legal
pero no ser justa, puede ajustarse a la interpretación de las normas y leyes
que hagan jueces y magistrados, pero ser completamente injusta en cuanto a la
percepción social y en cuanto al carácter ejemplar que debe tener la aplicación
de las leyes que salen de los Parlamentos y que conforman el ordenamiento
jurídico que cualquier país.
Lo que nos hace distintos a los españoles de otros
ciudadanos de nuestro entorno es que somos capaces de flagelarnos de forma
especial y sin que nadie nos ayude. Somos capaces de soportar más que nadie y
de quedarnos desnudos delante de todo el mundo con mayor rapidez y falta de
equilibrio que nadie. Nos gusta ser mártires y presumir de honra y barcos más
que de política de estado y defensa de intereses patrios en un mundo en el que
los demás se pasan haciendo eso, exactamente, todos los días del año, de todos
los años.
Corruptolandia existe, pero su territorio se extiende
desde el Ártico al Antártico. Existen muchas clases de
"corruptolandieses", pero existe algo común allí donde se mire: cuanto
más grande es el país, el contrato,
la empresa, la institución, cuanto más poder de decisión se atesora en un
organismo, más capacidad de corromper y ser corrompido existe y se tiene. El
juego sucio no gusta pero se practica.
Petróleo que se cambia por armas, armas que se venden a
todos los que pelean, carne de caballo que se vendé como de ternera, millones
de pasteles que se retiran por contener materia fecal, millones de coches que
se revisan por tener mal alguna parte de su sistema, partidos que necesitan de
fondos y donaciones a cambio de favores, sindicatos que necesitan al poder que
dicen combatir pues no les llega con las aportaciones de los sindicados,
organizaciones empresariales y empresas que viven de las distintas
administraciones y que cambian las cifras de los contratos ganados según
avanzan las obras, fontaneros y dentistas y talleres sin facturas...y así hasta
el infinito. Ponga cada uno los ejemplos pequeños y grandes que tenga más a
mano, para que así los otros países que conforman la mayor parte de
Corruptolandia sigan emboscados y dispuestos a sacar el mayor provecho de
nuestra cotidiana subida al Calvario.