miércoles 20 de febrero de 2013, 08:00h
En
el Tribunal de lo Criminal de París se están juzgando a diez etarras y uno de ellos, el que fue numero uno de Eta,
el asesino que responde al apodo de
Txeroki, leyó un texto lamentando el daño causado, pero eso sí, solo a los
ciudadanos sin ninguna responsabilidad en el conflicto. No cabe mayor
hipocresía, ni más vileza. Al clasificar a sus víctimas, el etarra Txeroki no
pidió perdón, todo lo contrario, se enorgulleció de ser un asesino. Y para
confirmarlo, después de hacer esta hipócrita salvedad, reivindicó con orgullo
su pertenencia a la banda criminal ETA. Una vez más, los dichos y los hechos
confirman que de arrepentimiento, nada de nada.
El Gobierno vasco ha condenado estas
palabras de Txeroki, lo mismo que el resto de los partidos, con una excepción,
como era de suponer. La coalición Bildu, integrada por activos compañeros de
viaje de los etarras, considera que las declaraciones de Txeroki son "un paso más". Efectivamente, son un
paso más, pero no hacia la concordia, sino hacia el odio y el rencor, hacia la
bajeza y la miseria moral.
ETA nunca pedirá perdón sinceramente,
nunca reconocerá el inmenso dolor que ha causado, buscará mil forma de
enmascarar la realidad. Los etarras
hablan mucho de conflicto en el País Vasco, pero el conflicto lo tienen ellos,
con su falta de escrúpulos y su impenitente fanatismo.
Pero eso sí, luego pretenden que los
familiares de las víctimas olviden el terror pasado, y abracen la engañosa paz
que ellos ofrecen. Intentan provocar la amnesia de la sociedad vasca, pero no
lo conseguirán. No nos extrañan sus tácticas, ya conocemos de qué calaña están
hechos. Utilizan la mentira, de la misma forma como utilizaban la pistola. Sin
el menor asomo de piedad.