martes 19 de febrero de 2013, 17:36h
El presidente del gobierno regional y el líder del Partido Socialista de
Madrid han convertido cada uno de los debates que se producen en la
Asamblea en una pelea tabernaria, en un espectáculo de boxeo de
aficionados en el que los insultos, las descalificaciones, los ataques
personales han sustituido a la reflexión, las propuestas, las ideas o
los programas. Todo vale contra el adversario y la lista de adjetivos
descalificado res aumenta día a dîa si que parezca tener fin.
Los dos máximos responsables de los dos principales partidos en la
Comunidad de Madrid, tanto el que ostenta la inmensa mayoría de los
puestos de gobierno en los municipios de la región, y por supuesto en el
Ejecutivo autonómico y el Ayuntamiento de la capital; y el que aspira a
desbancare de ese "trono" con permiso y ayuda de los otros dedos grupos
minoritarios como son Izquierda Unida y UPyD, se detestan y han
llegado a un punto en el que todas las frases que s cruzan cada semana
parecen estar dictadas más por cuestiones personales que por oposición
política y diferencias doctrinales y programáticas.
Es difícil encontrar un atisbo de lógica, de razonamiento, de debate
sobre los problemas reales de los madrileños que no se mezclé con el
insulto directo y de la peor condición. En cada frase dirigida al
contrario aparecen las palabras corrupción, golfería, indecencia ... Se
busca acabar con el adversario por KO, nada de victoria a los puntos,
nada de sumar voluntades para llegar a acuerdos que favorezcan a los
ciudadanos. Ignacio González emplea su mayoría más que absoluta para
imponer cada una de las medidas que impulsa su gobierno, y Tomás Gómez
busca en cada intervención reforzar su papel de liderazgo no sólo en el
socialismo madrileño, también en el nacional, alejandose una y otra vez
de las directrices y estrategias de Alfredo Pérez Rubalcaba. Como
espectadores, tanto Gregorio Gordo como Luis de Velasco, se limitan a
constatar que de aquí a las elecciones del 2015 todo seguirá igual:
ataques y más ataques entre los dos " boxeadores" que se suben al ring
cada semana hasta que las urnas digan quien esta más "sonado" y quien
pierde el " cinturón" de campeón.
Desde su puesto en el Hemiciclo, el presidente de la Asamblea, Ignacio
Echeverría, poco puede hacer por más que su talante moderado y siempre
en busca del diálogo le pida unas intervenciones más directas para
cortar lo que muchas veces de convierte en un cruce de insultos que no
lleva a ninguna parte. Ninguno de los intervinientes se lo permite ya
que insisten una y otra vez en machacar al contrario con la misma falta
de argumentos y con la misma dureza verbal. Bastante tiene con dirigir
lo que parece muchas veces un circo de varias pistas en las que el más
difícil todavía es la exigencia de cada jueves.
Da igual que el tema a tratar sea la educación, la sanidad, las obras
públicas, la instalación de Eurovegas o los deshaucios. Nada se puede
pactar, acordar, analizar, desarrollar o buscar alternativas más
beneficiosas para los ciudadanos. Si uno dice una cosa o plantea un
programa ya sabe que el otro se opondrá de forma radical, sin
concesiones. Están juego el papel de cada uno, incluso su propio futuro
político: González tiene que ganarse el respaldo del PP nacional para su
candidatura dentro de dos años; y Gómez sueña con ser el posible
sustituto de Rubalcaba a nivel nacional, con un seguro en la recámara:
lo que parecía imposible hace un año, que el Partido Popular perdiera la
mayoría en la Comunidad e Madrid y se abriera la posibilidad de un
gobierno de izquierdas desde el PSM, ahora se contempla como algo real
dados los efectos devastadores que la crisis económica esta causando
entre los votantes del centro- derecha. Unido todo ello a la "
desaparición" del primer plano de Esperanza Aguirre, y a la mala imagen
que tras los dramáticos sucesos del Madrid Arena se ha labrado la
alcaldesa Ana Botella.
Quedan 24 meses para que las urnas dictaminen quien ha conseguido perder
menos en esta batalla, ya UE de eso se trata, de salvar lo mejor
posible el deterioro que la clase política en general esta teniendo en
su imagen ante el resto de la sociedad. Más que ganar por convencimiento
de las propuestas y las alternativas ante tanto despropósito, se piensa
en que el adversario pierda. Los que pueden recoger una buena
proporción de este choque de trenes entre los dos grandes son las otras
dos formaciones políticas, tanto Izquierda Unida como UPyD, que ya saben
que les tan cayendo miles de votos en sus respectivos sacos.