Desde hace algunas semanas presiento admoniciones porque "puede
surgir un líder populista." El runrún coincide en tiempo y espacio con tres
historias humanas.
En estos días hemos asistido al auge y resbalón de la joven
Beatriz
Talegón, una muchacha con vocación política que decidió seguir el casi
único camino posible para trabajar en pro de sus ideales: afiliarse a un
partido.
Comprendo a Talegón. Quiso entrar en política y eligió una
granja. Tiene vocación pública, cree en unos ideales y da un paso al frente. La
del PSOE es la que más le gustó. Se afilia, hace carrera hasta el cargo rimbombante que
tiene hoy. Entre tanto, ha viajado por el mundo haciendo el trabajo para el que
se preparó y esto es lo que se le reprocha con un punto de crueldad vergonzante.
En la granja los pollos pierden su capacidad de distinguir otra
realidad que el pienso, el agua fresca y el foco que los calienta. Los partidos
granja han pervertido su principal misión: ser vehículos políticos al servicio
de la ciudadanía, pero a veces... En el video yo vi a una muchacha consciente de
la realidad social leyéndoles la cartilla a los que deberían estar procurando
soluciones. Lo que yo vi fue al patito feo en la granja de pollos, y es que a
veces...
¿Su pecado? Haber llegado hasta ahí trabajando durante ocho
años, como muchos de sus coetáneos en otras profesiones, medicina, derecho,
periodismo. En serio, hay gente que tiene vocación de servicio público,
personas que creen que servir a su país es algo honorable. ¿O habríamos
preferido que la hubieran nombrado a dedo el día anterior a su afortunada
intervención? La habríamos crucificado por advenediza y es que nuestra
mediocridad es una actitud desalmada.
La segunda historia es la de
Pablo Álvarez Meana (
vea el enlace)que ha elegido otro camino para
llegar a la vida pública, estudiar, y no ha escatimado esfuerzos. Ahora, con un
expediente académico sensacional y tan joven como Talegón, intenta saltar a lo público.
Ha sido valiente en un país que asimila mal a los que pretenden destacar y se
ha lanzado con una web y varios videos promocionales. Las críticas y las burlas
más feroces, descorazonadoras y desmotivantes se han multiplicado por
terabites. Y es que la mediocridad se expande como el aceite.
Yo vi a un chico con ganas y empuje que quiere dedicarse al
servicio público defendiendo ideales cercanos al PP. Excelente expediente
académico y poca experiencia, como es lógico y natural. Eligió currárselo él
desde abajo y colgó su web en la red igual que un abogado coloca su placa en la
calle y comienza a buscar clientes.
Ada Colau, la tercera historia, saltó a la
popularidad por decirles a sus señorías cuatro frescas y la maquinaria se puso
en marcha: desde Madrid le decían que no podía llamar criminal a un criminal y
desde Barcelona le afearon por amenazar (sic) a sus señorías al decirles que nosotros
tenemos los votos y que si lo hacen mal los despediremos. Ada Colau lleva años curtiéndose
en la búsqueda de justicia social desde la calle y dentro del sistema.
Talegón lo intenta. Álvarez Meana lo intenta. Ada Colau lo intenta.
Tres que quieren ayudar. ¡Pues bienvenidos! Tenemos que darle un par de buenas
collejas al sistema y necesitaremos nuevas caras, nuevos impulsos nuevas
ideas. Nuevos compromisos. No importa qué estructura social utilicen para
acceder a la vida pública ni tampoco el color de sus ideas; lo único que
debería importarnos es el alcance de su vocación de servicio al país.
Admonición de la Sra.
Cospedal: "puede
aparecer
un líder populista".
Necesitamos líderes para un tiempo nuevo en que los bebés
juegan con i-Pads antes de gatear. No es el tiempo del presidente
Rajoy
ni del aspirante
Rubalcaba. Es el tiempo de Colau, de PP, de Talerón. Es
el tiempo de los valientes que van a dar un paso al frente por donde sea y
deberíamos aplaudirlos, ser tolerantes con sus errores de aprendizaje y
dejarles hacer. Nuestra mediocridad es esa mala actitud que nos lleva a bajar a
los que descollan para rasarlos con el resto. Necesitamos exigirnos más,
comprendernos mejor y ser más generosos.