jueves 14 de febrero de 2013, 14:00h
La presidenta del PP madrileño esta dispuesta a seguir ocupando un
espacio político i portante, tanto dentro como fuera de su partido. Si
antes lo hacia mas en su condición de presidenta de la Comunidad de
Madrid, e incluso ponía en marcha ideas y actuaciones que le han servido
al gobierno de Mariano Rajoy para testar el efecto sobre la opinión
pública. Con más comodidad, aprovecha su tirón mediático - que lo
mantiene y se cuida mucho de que así sea frente a terceros - para lanzar
propuestas de regeneración de la vida política con cambios en la
legislación electoral y en la estructura y modo de elección dentro de
los partidos que la convierten más que en " líderesa" en una auténtica
"diablesa" para el líder del PP y jefe del Gobierno por lo que tienen de
" tentaciones" con amplio eco entre los ciudadanos.
Esperanza Aguirre se siente liberada para hacer y decir casi cualquier
cosa, casi en cualquier sitio. Para bien o para mal de su partido, el
auténtico "verso suelto" de los populares ya no es Alberto Ruiz
Gallardón, sino su siempre rival y compañera. Ya sea desde su breve
regreso al funcionariado, como ahora convertida en una "head hunter" de
profesionales de postín, la mujer que quiso cambiar con más exigencias
la educación de este país, que presidió el Senado, que quiso ser al
alcaldesa de la capital y que terminó consiguiendo para sus siglas el
mayor poder autonómico y municipal del que ha gozado nunca el PP en
Madrid, tras un primer asalto al gobierno convertido en un vodevil de
transfuguismos que alejaron al PSOE de los sillones de mando para más de
una década, se ve así misma como la mejor de las palancas que puedan
levantar ante la sociedad la mala imagen y el desprestigio de toda una
clase política.
Es difícil y muy poco probable que sus propuestas de listas abiertas
electorales, retirada de las subvenciones a partidos, sindicatos y
empresarios, disminución del número de parlamentarios en todos los
Parlamentos, ya sean nacionales, autonómicos o municipales, y la total
transparencia interna de los partidos, llegue a buen puerto. Son muchos
los intereses que se cruzan y muchas las voluntades que tendrían que
sumarse a esas iniciativas, pero hay que saludarlas y apoyar las pues
coinciden con las opiniones mayoritarias de los ciudadanos sobre esos
temas. Bien es cierto que se le puede achacar con total justicia que
esas posturas las mantenga ahora, que ya no esta en primera línea de
gobierno, y no las haya plateado e incluso puesto en marcha cuando
ocupaba el gran sillón de mando de la Puerta del Sol madrileña.
Hay que reconocerle a Esperanza Aguirre un buen olfato para conectar con
lo que se llama " la calle", el sentir de las gentes corrientes, de
aquellos que se enfrentan cada día a los problemas del paro, los
despidos, las hipotecas, las subidas del coste de la vida...ese don le
ha permitido sobrevivir frente a los adversarios internos y externos que
no han sido y son pocos, y algunos con mucho poder. Se entiende así que
pidiera o recomendara la dimisión de la ministra de Sanidad, Ana Mato,
que criticara la actuación de la alcaldesa Ana Botella en la tragedia
del Madrid Arena, y que en el último cónclave de los populares
madrileños haya tenido que recomendarle prudencia y sosiego su sucesor
en el gobierno, Ignacio González, su mano derecha durante años,
convertido ahora en el mejor de los puentes con la sede central del PP y
sobre todo con su poderosa secretaria general, María Dolores de
Cospedal.
La expresidenta madrileña abandonó el poder con la clara excusa del
cansancio y las presiones familiares. Ahora debe añorar el poder
directo, el que da encabezar un gobierno. A cambio tiene la tranquilidad
de no tener que estar un día si y otro también lidiando con la crisis y
las protestas ciudadanas. Su mayor libertad de movimientos tiene la
contrapartida de que el tiempo, el paso de los meses fuera del
Ejecutivo, irá diluyendo su papel y la importancia de sus mensajes. Por
eso mantiene su condición de presidenta del partido pese a sus primeras
declaraciones de abandono completo de la dirección política.
Las posiciones de Aguirre tienen mucho que ver con la imagen de
deterioro del gobierno de Rajoy por la crisis y el abandono de todas las
promesas electorales, y con la siempre soterrada lucha interna de los
descontentos con las medidas tomadas en materias como el terrorismo, el
unidad territorial o el aborto. Es un frente en el que Esperanza Aguirre
coincide con otros descontentos como Jaime Mayor, Rodrigo Rato y José
María Aznar. Quedan dos años para las elecciones municipales en toda
España y para las autonómicas en trece Comunidades. Un tiempo de luchas y
de preparación para " coger" puestos en las listas y sobre todo en la
cabecera de las mismas. Y si es difícil que el PP mantenga en la
Comunidad de Madrid el inmenso poder del que goza en estos momentos, las
batallas se darán de cara al gobierno regional, si Ignacio González se
mantiene como líder, y de cara al Ayuntamiento de la capital, con Ana
Botella en el centro de la Diana. Ahí es donde Aguirre quiere seguir
teniendo voz y voto.