martes 12 de febrero de 2013, 17:36h
Hurtar la soberanía popular es lo que hace el Congreso cuando recibe a puerta cerrada, sin luz ni taquígrafos, a Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE). Diputados, ministros y Mariano Rajoy son nuestros empleados, puestos ahí por nuestros votos, y no unos cardenales designados por el dedo divino para encerrarse en el secreto de un cónclave hasta que la inspiración del Espíritu Santo tenga a bien sacar de la chistera las volutas de una paloma blanca.
Reconozco mi indignación ante el paternalismo cardenalicio implícito en la hermética reunión del Congreso. El tratamiento de señorías se les ha debido subir a la cabeza a nuestros mandados como si fuera el capelo carmesí. Incluso se han mencionado los inhibidores de frecuencias para evitar las filtraciones electrónicas, una ingenuidad en estos tiempos de artilugios capaces de grabar cualquier cosa, si algunos diputados rebeldes se empeñan en contarnos a nosotros, sus jefes, las acalladas confabulaciones del banquero europeo con nuestros mayordomos de propios. Y algún rebelde habrá en el hemiciclo, como los hubo cuando Suárez o Gutiérrez Mellado se mantuvieron en pie a pesar de los intentos de un guardia civil enajenado por humillar la soberanía popular, encerrando a sus representantes, como ahora, aislándoles del contacto con sus representados naturales; nosotros.
¿Exagero? Puede ser, pero yo me siento igual de estafado, engañado y sorprendido. Cuando hemos depositado nuestra confianza en unos personajes para que administren nuestros bienes, como don Fabrizio, el príncipe de Salina hizo con don Calogero Sedàra en Sicilia, podemos incluso aceptar un latrocinio razonable, sea en sobres o en comisiones, pero no la desvergüenza de hacerlo en público o de reunirse con "il capo de tutti capi" a puerta cerrada para tratar de nuestras finanzas en un conciliábulo mantenido en una cripta a medianoche. Nosotros, el pueblo, somos el príncipe, y don Calogero el politicucho ensoberbecido que ratea nuestros bienes hasta empobrecernos, hurtando algo más que la soberanía popular.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (5)
18056 | manina - 13/02/2013 @ 18:18:16 (GMT+1)
Me ha gustado mucho el articulo y todavia mas el berrinche.
18044 | Angel - 13/02/2013 @ 12:44:14 (GMT+1)
En eldiario.es también han dado amplia relevancia a la desfachatez de ayer.
18043 | Angel - 13/02/2013 @ 12:41:42 (GMT+1)
Buenos días, estoy leyendo Posteconomía, de Antonio Baños, la tesis principal del libro es que estamos marchando a paso firme hacía una nueva edad media. Cosas como la de ayer en el Congreso, los indultos y más, muchas más, me van mosqueando cada día más, y cada día más acertada me va pareciendo la tesis del Sr. Baños. Gracias por sus palabras, Don Bruno.
18041 | B T-M - 13/02/2013 @ 11:49:05 (GMT+1)
Gracias por su comentario, señor Kroker. Repaso los periódicos nacionales o locales y para mi sorpresa descubro que salvo Diario Crítico, que ha dado al tema una cobertura mayor, la ocultación a puerta cerrada del debate se ha barrido debajo de la alfombra informativa. Yo insisto en que me siento insultado ¿Eran temas de mayores que los niños-ciudadanos no debíamos escuchar? ¿Qué se pretendía ocultar? ¿Es democrático hurtarnos la información y el debate?
18013 | kroker - 12/02/2013 @ 20:47:57 (GMT+1)
¿Hurto?, creo que no, cuando se algo se hace con intimidación haya no violencia, no podemos hablar propiamente de hurto sino de ROBO CON FUERZA. Draghi es un ladrón de guante blanco puesto al frente del BCE, él como otros muchos de calaña, son los que han metido al sistema en este embrollo, pues ocupaban puestos de máxima responsabilidad en instituciones financiera, desde mi punto de vista debería estar inhabilitado hasta para cajero de una sucursal.
Lo más sorprendente no esto, sino la humillación a la que ha sometido al Congreso, representante de la soberanía nacional, por supuesto con la connivencia del Presidente del mismo, de imponer una reunión a puerta cerrada y con prohibición expresa de dejar constancia. Quizá, más que una humillación es una provocación, a la cual se han prestado los demás grupos políticos, que deberían haber abandonado la Cámara.
Si con esto, personajes como Draghi creen que se hace más Europa, no solo están equivocados, es sencillamente poner a un pirómano a cuidar el bosque, o en su caso, a la zorra a cuidar el gallinero.
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