El
semanario británico The Economist parece tener por diana la situación económica
española y, sobre todo, las medidas adoptadas especialmente por Mariano Rajoy.
Sus críticas ya eran aceradas en tiempos de Rodríguez Zapatero, pero han sido
especialmente duras en el más de un año que lleva Rajoy al frente del Ejecutivo.
Quizá por eso, el presidente aceptó participar en un desayuno convocado por
este influyente semanario económico bajo el lema "Más allá de la austeridad,
volviendo al crecimiento".
Ahora
bien, como suele ser habitual en él, Rajoy pactó un formato en el que quedaban
excluidas las preguntas del público asistente: solamente aceptó una
intervención inicial -en la que no ofreció ningún dato nuevo, pero que
desarrolló en su conjunto con un inusitado optimismo- y un breve coloquio con
el moderador, Michael
Reid, uno de los editores de la revista británica. Rehuía así preguntas sin duda embarazosas que podrían
dirigirle los medios de comunicación.
No se
habló pues, ni de Jesús Sepúlveda, de su ex mujer y ministra Ana Mato, de Luis
Bárcenas y los sobre-sobres, de Gürtel o de financiaciones irregulares, pero no
pudo sustraerse a algunas cuestiones como la amenaza separatista que viene de
Cataluña, la reforma de la Constitución o de la ley electoral o, en fin, el
grado de cumplimiento de su propio programa electoral.
"Cataluña
se va a mantener dentro de España"
En el
primer punto candente, la secesión que perfilan los nacionalistas catalanes de
CiU y de ERC, Mariano Rajoy fue contundente: "Cataluña se va a mantener
dentro de España, no le quepa duda". En este punto anunció que será
'inminente' el encuentro que mantendrá con el presidente de la Generalitat,
Artur Mas, en el Palacio de la Moncloa (aunque no precisó fecha, puede ser a
finales de esta semana o en la próxima).
En un
discurso dirigido tanto al interior de nuestras fronteras como a los inversores
internacionales, Rajoy garantizó, en definitiva, la unidad de España, porque
"es la Nación más vieja de Europa" y porque "con Cataluña nos
une todo: nuestra historia, nuestras relaciones culturales, nuestras relaciones
personales... absolutamente todo".
Rajoy
explicó para afuera que "tengo la total y absoluta convicción de que la
mayoría de los catalanes quieren que sigamos como estamos actualmente", y
que aunque hay quienes quieren una separación, España tiene sus leyes y reglas
de juego, su Constitución y si alguien quiere cambiarla o reformarla,
"tiene procedimientos suficientes para intentarlo". Otra cosa es que
tenga los votos necesarios para conseguirlo.
En ese
punto, Rajoy anunció públicamente que "pronto tendré una conversación con
el presidente de la Generalitat" y que escuchará lo que Artur Mas tenga
que decirle, pero ya advirtió que "yo no puedo incumplir la ley, y que
nadie me lo puede pedir [incumplir la Constitución] porque no lo haré". Es
decir, que no habrá referéndum soberanista 'legal' ni mucho menos secesión o
algo parecido.
Promesas
incumplidas
Por
otro lado, y en un rasgo de inusitada sinceridad, Rajoy reconoció abiertametne
ante este foro internacional que "probablemente... bueno, sin probablemente:
no he cumplido con mis promesas electorales, pero he cumplido con mi
deber". Justificaba así el presidente las reformas económicas 'duras' que
ha realizado, incluyendo la laboral: "Todo lo que estamos haciendo tiene
su sentido. Lo hacemos porque hay que hacerlo, y de ésta vamos a salir".
También
abordó Rajoy la reforma de la Constitución, la de la ley electoral o la de
subvención de partidos políticos para acabar la corrupción, pero no se pudo
sacar al presidente del consabido "nunca me negaré a una reforma
constitucional, pero no es como la bajada del IRPF, que se puede hacer en 24
horas". En definitiva, que cualquier proceso de cambio "siempre conviene
hacerlo con una alegría moderada".
En
cualquier caso, y frente a las diferentes 'recetas' para reformular la
convivencia entre españoles, Rajoy ofreció la suya: tenemos un modelo que ha
funcionado -dice el presidente-y en el que se pueden corregir algunas cosas,
pero siempre con el máximo consenso. Una tesis que vale igual para la ley
electoral, o la de partidos políticos: "Por supuesto que se pueden
modificar, pero con consenso". Sólo hizo una promesa al respecto: "Yo
nunca modificaré la ley electoral por mayoría".
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