lunes 11 de febrero de 2013, 13:08h
Se acabó. Al guionista
se le acaba el tiempo. Solo puede entregar ya el último capítulo. Y eso
que esta serie de terror y corrupción ha alcanzado el share más alto en
esta última temporada. Pero es imposible aspirar a otra más. Tiene que
escribir la escena del desenlace final. No puede especular más con
nuevos capítulos. Los personajes ya han dado de sí todo lo que podían. Y
es imposible adjudicarles un nuevo rol en la trama. Están al límite.
Ahora solo pueden triunfar o morir. El argumento es tan endiablado que
resulta imposible que los protagonistas puedan seguir conviviendo o
vuelvan a transformarse. No serían creíbles. Y el final acabará con
alguno de ellos. Por mucho que resista, Mariano Rajoy ya no tiene vuelta
atrás: ha empeñado su palabra por todos. Ha abierto su enorme gabán
para cobijar a todo el partido y protegerle de la tormenta. Ni él ni
nadie se ha corrompido en la dirección del PP. De nuevo el doble o nada.
La misma actitud que cuando dijo que Gürtell era una trama contra el
PP. Idéntica que cuando puso la mano en el fuego por Luis Bárcenas.
¡Quien lo diría! Al presidente del Gobierno le cuesta decidirse,
prefiere que escampe antes de cerrar el paraguas. Pero ahora se ha
echado para adelante y no tiene marcha atrás. Está soportando el
aguacero a pie firme y descubierto. Si se demuestra la existencia de
contabilidad B o sobresueldos en Génova, 13 o en la estructura de su
partido será un cadáver político: lo de menos, si dimite o se lo quietan
de en medio. Estará finito. Pero si sale inmaculado de todas las
investigaciones habrá acabado con el último soplo de vida del líder de
la oposición, arrasará la mínima esperanza de que el PSOE vuelva a
resurgir en muchísimos años y, de paso, se llevará por delante al
periódico más influyente de España, al diario "El País", el único medio
de comunicación capaz de hacerle oposición. ¿Quién da más? Por eso ha
puesto en marcha a todo el partido y a toda la maquinaria del Estado
para defender su inocencia. Es más que una cuestión de honor. Puede ser
un contragolpe mil veces más letal que los que suele culminar Cristiano
Ronaldo.
El guión de Alfredo
Pérez Rubalcaba intentaba templar e ir contemporizando entre las
dentelladas de oposición y los emplastes al Gobierno. Lo llamaba
oposición útil y con el pretendía contentar a los militantes y recuperar
votantes después de la hecatombe electoral. Pero encuesta tras encuesta
se ha repetido machaconamente la misma trayectoria: la curva de
intención de voto del PP sigue precipitadamente hacia abajo pero la del
PSOE o le sigue en su trayectoria descendente o remonta lentamente. En
Ferraz saben bien que aunque el último CIS les ha dejado a 5 puntos del
PP va a ser casi imposible que las dos curvas se crucen hasta darles el
liderato en las preferencias de los españoles. Y mucho menos con
expectativas serias de gobernar tras las próximas elecciones. Las
arremetidas de la oposición no hacen mella en el Gobierno y los
socialistas no van a tener en toda la legislatura pacto alguno con el
Gobierno al que agarrarse. Si Rubalcaba no hubiera pedido la dimisión
de Rajoy tras la publicación de los papeles de la corrupción atribuidos a
Luis Bárcenas se le hubiera echado encima medio partido y a lo mejor
habrían sido los suyos los que le hubieran pedido a él la dimisión. Solo
Cayo Lara hubiera rentabilizado la contundencia ante la ignominia de un
partido en el Gobierno hipotéticamente manchado por la caja b y las
corruptelas de su cúpula. Pero el funambulista sabe perfectamente que
camina sobre en la cuerda floja y que si este salto mortal no sale bien
no habrá red que le salve de hacerse añicos contra el suelo. Sería su
fin.
El final del imperio
periodístico erigido por Jesús de Polanco llegará si se demuestra que
"los papeles de Bárcenas" no son de Bárcenas y si además, sean de quien
sean, son tan falsos como que las entradas de dinero negro no existieran
o resultara indemostrable los directivos del PP se llevaron un sobre a
casa lleno de un dinero que nunca no declarado a Hacienda. "El País" se
la juega y en su contra tiene alineada y preparando las armas de
destrucción masiva a toda la maquinaria del Estado y, posiblemente, a
las más demoledoras unidades de juristas que se puedan reunir con un
objetivo claro: acabar con el medio de comunicación más influyente de
España, el único bastión de opinión pública que el poder político salido
de las urnas en 2011 no ha podido dominar.
La batalla tendrá lugar
en la Fiscalía y los tribunales. Pero también en la opinión pública,
harta por cierto, de no tener a quien creer. E indignada porque sabe que
la corrupción existe y ha esquilmado los tributos que tan costosamente
tiene que arrancarse de sus rotos bolsillos. No hay ganador claro en
esta contienda. Y parece difícil que quienes ganen sean los ciudadanos,
objeto pasivo y doliente de estas escaramuzas. Pero alguno no podrá irse
de rositas. O quizás ninguno. No debería quedar demasiado tiempo para
la solución final.
No va más. El guionista
ya no puede retrasar ni un minuto más la última entrega. Alguien tiene
que caer y todos los actores deben prepararse por si les toca declamar
su frase final. Lo que es seguro es que habrá récord de audiencia.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
17998 | Cuquiña - 12/02/2013 @ 13:21:42 (GMT+1)
Además de Bárcenas, también debería de caer Griñán y Chaves, presuntos responsables de los ERES podrido de Andalucía, donde se robaron a los parados 1.000 millones de euros para arrelare la vida a gentes que no habían trabajado, eso sí, parients, amigos, amigotes y demás, de eso vd. no dice nunca nada en su periplo por las telvisiones
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