Esa parece ser la pregunta que todo el mundo se hace. ¿Quién maneja los hilos del llamado
Caso Bárcenas que está poniendo contra las cuerdas a
Mariano Rajoy,
al Gobierno del PP y de paso a todo el sistema democrático? Parece
claro que los famosos papeles publicados por El País y El Mundo han
surgido de alguien que conoce bien el funcionamiento interno del PP y
sus entresijos. No sé si ha sido
Luis Bárcenas o alguien de su entorno, algún enemigo de
Rajoy o algún amigo de
Rubalcaba o de
Esperanza Aguirre,
pero lo cierto es que hay alguien que intenta sacar provecho de este
clima de corrupción generalizada que está poniendo al país en un brete.
Porque, como decía en mi anterior artículo, no creo en las casuaidades y
no es normal que dos medios tan distanciados y enemistados como los de
Cebrian y
Pedro Jota se
hayan aliado sin más por mucho que las crisis hagan extraños compañeros
de viaje. En el fondo de todo este tinglado tan peligroso para todos
está la lucha por el poder dentro del PP, una lucha a cara de perro que
lleva bastantes años soterrada entre la facción más conservadora del
partido liderada por la ex presidenta de Madrid,
Esperanza Aguirre, y el sector más centrista que domina
Mariano Rajoy y su secretaria general,
Dolores de Cospedal.
Lo que hay que preguntarse es si el fin justifica los medios, si el fin
que se persigue no es solo dañar la imagen del PP sino, lo que sería
mucho más peligroso, desacreditar al ya bastante maltrecho sistema
democrático que nos hemos dado.
Yo no sé si los famosos papeles de
Bárcenas son
verdaderos o falsos. Sea como sea en el fondo da igual porque el daño
ya está hecho que es lo que algunos pretendían conseguir. Viéndolo desde
fuera, la jugada es digna de todo el maquiavelismo político del que el
líder de la oposición,
Alfredo Pérez Rubalcaba, es todo un
experto. Las manifestaciones programadas ante las sedes del PP, cuyos
antecedentes todos recordamos, abonarían esta tesis. Lo malo es que la
supuesta rentabilidad del escándalo no parece que vaya a repercutir en
el PSOE. Las encuestas, que dan una caida estrepitosa del PP, demuestran
que ese supuesto retroceso electoral no va a suponer un avance de los
socialistas sino un aumento considerable de la abstención por el
hartazgo de la ciudadanía y el rechazo del votante hacia los dos
partidos dominantes. El tanto monta, monta tanto de PP y PSOE ha
prendido en la sociedad española como una hoguera de desencanto político
que no parece tener fin. Sabemos como ha comenzado esta historia, lo
que ignoramos es cómo va a acabar.
Estos días, cuando parece que los líderes del PP y el PSOE,
Rajoy y
Rubalcaba,
parecen querer atajar el desprestigio de sus partidos buscando límites a
la financiación irregular, se está registrando en Andalucía una
circunstancia que da ejemplo de la mentira continuada, del paripé, a la
que juegan unos y otros. Resulta que el Parlamento andaluz, allá por el
mes de septiembre del año 1992. cuando en esta comunidad coleaban aun
sonados casos de corrupción como el de
Juan Guerra o el de
Ollero,
decidió crear una comisión de investigación sobe la financiación de los
partidos políticos, una comisión que ha seguido funcionando hasta la
actualidad y que en la friolera de más de veinte años, sólo se ha
reunido la friolera de una hora en las ocho sesiones celebradas
exclusivamente para nombrar nuevos miembros o cambiar al vicepresidente.
Ni una discusión, ni una comparecencia, ningún dictámen de unos señores
diputados (del PSOE, PP e IULV-CA, en la actualidad, y del PA
anteriormente) que sí ha venido cobrando puntualmente sus dietas por su
trabajo (?). Valga como ejemplo que en estos momentos la citada comisión
está presidida por el diputado de Almería y secretario general del PSOE
almeriense,
José Luis Sánchez Teruel, y a la misma pertenece el famoso lider del SOC y de la CUT-BAI y alcalde de Marinaleda,
Juan Manuel Sánchez Gordillo.
Mientras tanto, el PSOE-A ha gozado de total libertad para financiarse
como le ha venido en gana, mientras tanto se han registrado corruptelas
de las que el Caso de los EREs fraudulentos ha sido la más sonada.
¿Investigar la financiación de los partidos? ¿para qué? Si aquí hasta el
más tonto hace relojes.
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