Anda
el presidente español,
Mariano Rajoy, por tierras americanas, y va a
entrevistarse, dicen, con numerosos mandatarios latinoamericanos (aunque no,
por cierto, con la argentina
Fernández y el boliviano
Morales, cuyos gobiernos
no están en las mejores relaciones con España). Es importante este encuentro
Unión Europea-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), aunque
la representación de la UE,
sin
Hollande, ni
Monti, ni
Cameron, esté un poco disminuida. Pero este es un
viaje importante para Europa, que se encuentra con Latinoamérica en momentos
cruciales para algunos países del subcontinente, como Venezuela, y clave para
España, un país cuajado de tribulaciones políticas internas, de angustias
económicas y que busca desesperadamente su sitio en el mundo a golpes de esa
'marca España' que no acaba de encontrar su lugar ni de imponerse.
Llega
Rajoy a Perú y Chile, a sus encuentros con los asistentes a la 'cumbre',
acompañado por un nutrido grupo de empresarios y en momentos en los que las
importantes inversiones españolas en el continente se interrogan por el futuro.
La inseguridad jurídica, los desmanes de algunos mandatarios, como la señora
Fernández de Kirchner y el vertiginoso cambio económico en toda Latinoamérica,
así como el patente debilitamiento que está sufriendo España, son factores que
obligan a replantearse muchas cosas, el papel que América y el resto del mundo
representan para nuestro país entre ellas.
El
presidente español pisó suelo americano coincidiendo casi con la noticia de que
la Encuesta
de Población Activa sitúa al borde de los seis millones el número de
desempleados, lo que no ha dejado de ser aireado, con tintes negativos, en
numerosos medios de comunicación extranjeros. Lo mismo que el estallido de una
presunta corrupción bastante generalizada en el partido gobernante, el PP, y no
solo en esta formación: la basura se esparce. Todo ello está minando obviamente
la moral nacional y el prestigio internacional. Nunca como ahora se hace
preciso un apoyo externo, y nunca como ahora este apoyo puede venir de América
Latina...si desde Madrid se saben hacer bien las cosas, claro está.
Consta,
en todo caso, la preocupación del Gobierno español por la posición del país en
el mundo. A la evidente 'ofensiva europea' (Rajoy quiere recuperar un cierto
papel de relativo protagonismo en la
Unión, obviamente perdido en las anteriores legislaturas), se
une la actual latinoamericana y la que esta primavera se inicia en Oriente
Medio, especialmente en China y Japón, a donde también viajará Rajoy. Cierto
que hay factores que lastran seriamente las iniciativas ante el mundo, como las
dificultades de movilidad del Rey (que están obligando a replantear su agenda
de viajes), la 'timidez viajera' de Rajoy y el duro recorte presupuestario que
ha sufrido el Ministerio de Asuntos Exteriores a cuyo frente se desempeña, muy
acertadamente en mi opinión, José Manuel García Margallo.
Entiendo, no obstante, que el principal 'fracaso'
de Margallo reside, precisamente, en la lentitud y bajo perfil con los que la
'marca España', que depende de su Departamento aunque se quiera teóricamente
independiente, está funcionando. Un funcionamiento desilusionante tanto en el
exterior como, sobre todo, en el interior de una nación en la que se ha hecho
fuerte un nacional-pesimismo que derriba ilusiones y esperanzas. Tiene
ahora Rajoy, que va acompañado por algunos periodistas, la oportunidad de
contribuir al auge de esa 'marca España', que él encarna en buena medida,
ofreciendo explicaciones sobre algunos temas acerca de los que, como el ya
célebre 'caso Bárcenas', ha dicho muy poco. Porque el prestigio de nuestro país
también depende, y más que de la selección nacional de fútbol, de la calidad de
nuestra democracia. El mundo, al menos Europa y América Latina, hoy nos mira.
Menuda oportunidad para marcar un gol para la 'marca'.
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