miércoles 23 de enero de 2013, 08:33h
Hemos copiado el sistema de vida americano
hasta en los más mínimos detalles. Vemos películas americanas, escuchamos música
americana, consumimos alimentos y refrescos americanos, vestimos moda
americana, sin embargo, no hemos imitado lo mejor del ciudadano de
Norteamérica. Su patriotismo.
La palabra patriotismo no está muy de
moda entre nosotros. En según qué círculos, suena a negativo, a desfasado, e
incluso a reaccionario. En esta España de las autonomías, cada vez más cercana
a los reinos de taifas, no hay otro amor que el de la patria chica, y cuanto
más chica, mejor.
Norteamérica da ejemplos de patriotismo
que no hemos trasladado a nuestro país. Fijémonos en la investidura del
presidente Obama, celebrada el pasado
lunes, en la explanada del Capitolio en Washington. La mañana era muy fría, y aún así, el acto congregó
a cerca de un millón des personas. El
poder de convocatoria de un acto así, es algo inconcebible en un país como el
nuestro. Aquí las tomas de posesión se celebran a puerta cerrada, y con el público
indispensable.
La diferencia es obvia, al ciudadano
americano le interesa este tipo de actos oficiales, porque se siente patriota,
y eso para él, es un orgullo y un honor. Norteamérica es una nación formada por
50 estados muy diferentes, cada uno con sus costumbres, sus normas y sus leyes,
pero son estados que están fuertemente unidos por un adhesivo mucho más potente
que el federalismo. Están unidos por el patriotismo.
Este es el ejemplo que Norteamérica nos
da, la gran lección que hemos de aprender en esta tierra nuestra, que solo sabe agitar con entusiasmo las
banderas que separan, en vez reforzar los lazos que unen.