jueves 17 de enero de 2013, 08:02h
Vivimos en un país bipolar, con dos
caras. Los pesimistas, que solamente se fijan en la parte vacía del vaso, afirman
que estamos al borde del precipicio, porque ya tenemos seis millones de
parados. Sin embargo, a pesar de lo terrible de la cifra, no podemos caer en la depresión que es
inactiva y tiende a empeorar lo que ya de por sí es malo.
Los optimistas, que solamente ven la
parte llena del vaso, oponen a los 6
millones de parados, los 60 millones de turistas que nos visitaron el año
pasado, y afirman que un país que cada año puede acoger perfectamente a 60
millones de visitantes, no puede ir a la
ruina. Sin embargo, a pesar de lo
positivo del dato, no podemos afirmar que la crisis se va a terminar de la
noche a la mañana, y que surgirán infinidad de puestos de trabajo.
Hay mucho camino por andar, y cada paso
hay que hacerlo con fundamento. El Gobierno tiene que estimular seriamente el
crecimiento económico, y aplicar los recortes en sus propios gastos, no en el
bolsillo de los ciudadanos. De esta forma, la economía se animará, los parados tendrán la ayuda que necesitan y
se volverán a crear nuevos puestos de trabajo.
El turismo es un ejemplo de cómo hacer
bien las cosas. Si hemos batido nuestro propio récord de visitas y recaudación,
en un año económicamente muy difícil para toda Europa, no ha sido por un
milagro del cielo, sino porque en este sector somos una gran potencia, tenemos
excelentes profesionales, damos un buen servicio, y hemos trabajado duro para
ser competitivos. Nadie regala nada.
Ese es el camino para crecer. Producir
más y mejor, limitando los beneficios y poniendo bien alta la marca España. En
definitiva, apretar los dientes, esforzarse más, y sobre todo, no perder la
esperanza. No vamos bien, no, pero tan
poco vamos tan mal. Falta agua en el vaso, tal vez mucha, pero no se va a
vaciar, sino a llenar.