jueves 10 de enero de 2013, 17:41h
Citarse a sí mismo es una grosería pedante,
pero hay ocasiones en que, sin petulancia, uno no tiene más remedio que
rememorar que lleva más de ¡quince años! repudiando el insoportable
abuso de las jubilaciones anticipadas.
La alegría irresponsable con la que políticos de izquierda y
derecha asumieron transformaciones industriales y renovaron el tejido
fabril a costa de las jubilaciones anticipadas resulta escandaloso. La
siderurgia de Felipe González, la minería del carbón de todos, los
compromisos de Aznar o los favores de Zapatero, contribuyeron a meter
mano en la próspera caja de la Seguridad Social para mandar a su casa a
trabajadores con poco más de 50 años, y el ciento por ciento de la
pensión. Gracias a ello los contribuyentes españoles, a través de los
impuestos, sin que nadie nos consultara, contribuimos a que se
socializaran las pérdidas, y a que los propietarios de las empresas se
quedaran con los beneficios sin una palabra de agradecimiento. Eso no es
capitalismo, con el que estoy de acuerdo, sino comunismo capitalista,
que es el que se basa en beneficios privados y pérdidas públicas.
Lo único beneficioso de la crisis económica es que echó el cierre
sobre una práctica funesta, precisamente cuando el semáforo en rojo del
Fondo de Pensiones comenzaba a encenderse. Bueno, pues la historia
prosigue. En estos momentos, los privilegiados trabajadores de Iberia y
de Bankia podrán acogerse a la prebenda de disfrutar de algo que es un
atraco al equilibrio del Plan de Pensiones, y que pone en oportunidad
que, en el futuro, algunas de las personas jóvenes que hoy cotizan sean
estafadas, porque no habrá dinero para su pensión.
Pero lo más deslumbrante de esta prebenda injusta siempre, y una
regalía que ofende en los tiempos que vivimos, es que los sindicatos de
Iberia, por ejemplo, no están conformes. Les parece poca la prebenda, y
no les convence poder acceder a un fuero injusto para millones de
trabajadores que se han visto en la calle, sin esa prerrogativa. Una
medida excepcional a la que Bruselas accede, mientras la edad de
jubilación se alarga y las pensiones se recortan. No sé si es egoísmo o
ceguera, pero desde luego es la plasmación de un egoísmo que esconde la
ineficacia de estos sindicatos para negociar los intereses de los
trabajadores.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
17955 | Pikertom - 11/02/2013 @ 21:30:49 (GMT+1)
El articulista parece tener toda la razón. Pero si volvemos la vista atrás, hacia nuestra reciente historia, le recordaría, al articulista, lo que supuso la reindustrilizacion de los años 80 para los trabajadores y para muchos pueblos y pequeñas ciudades de nuestra España. En primer lugar la operación fue salvaje y sin ningún tipo de alternativas para trabajadores y pueblos. En aquel tiempo, sin prejubilaciones, esas poblaciones hubiesen desaparecido, hoy serían pueblos fantasmas. Los trabajadores de 50 años no tenían ninguna oportunidad de encontrar trabajo, etc. etc.
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