Duran o cuando las palabras no prescriben
jueves 10 de enero de 2013, 17:30h
Es muy probable que Antoni Duran i Lleida
nunca pensara que las palabras dichas en el año 2000 en diversos medios
de comunicación, comprometiéndose a dimitir si se demostraba que su
partido se había financiado ilegalmente a través del famoso caso
Pallerols. Después de trece años de investigación judicial, ha sido la
Justicia la que ha determinado que, efectivamente, hubo caso.
Cuando estos hechos se produjeron, tanto partidos políticos como
sindicatos estaban exculpados de responsabilidades penales. Solo ahora
se les ha incluido penal y es este el argumento -la no inclusión en el
Código Penal- el que ha utilizado la portavoz de Unió para aseverar que
Unió, como Partido, no estaba directamente relacionado con el asunto. En
esta misma y asombrosa intervención, Marta Llorens, afirmó que la
dirección del Partido nada sabía de los tejemanejes de los afiliados
directamente implicados. Si la dirección nada sabia, ¿por qué Duran
tiene que responder?, se preguntan en una perpleja y creo que desolada
Unió.
En otras circunstancias, en otro momento es más que probable que
las palabras de Duran dichas en el año 2000 ya hubieran prescrito como
han prescrito otras muchas declaraciones de otros muchos políticos. Pero
todo apunta a que no, que para Duran no hay prescripción alguna y que
tarde o temprano tendrá, cuando menos, que dar explicación solvente y no
solo porque objetivamente hubo financiación ilegal sino porque su
"personaje" no es un "personaje" cualquiera.
Durán es uno de los políticos más y mejor valorados por los
ciudadanos españoles. Ha sido su moderación, su vocación pactista y, sin
duda, sus nulas veleidades secesionistas las que han contribuido a
construir una imagen, un "personaje", ahora seriamente dañado porque ha
sorprendido a quienes nunca le imaginaron inserto en la aventura
secesionista y no acaba de convencer a los secesionistas de verdad que
como se sabe mandan mas que el propio Gobierno de Mas y a la vez son
oposición.
El político catalán, interlocutor privilegiado de todos los
gobiernos que los españoles hemos tenido, atraviesa un muy mal momento
político. Su posición es de extrema dificultad. Envuelto en el laberinto
de sus propias palabras, al frente de un partido que se ha certificado
que se financió ilegalmente y en una estrategia política -la de Mas-
que, en el fondo no es la suya, va a resultar que lo más fácil para él
mismo podría ser la dimisión.