Cuando
Felipe González entró por primera vez en el Palacio de La Moncloa, en
diciembre de 1982, hace este domingo 30 años, "tuve un sentimiento de
responsabilidad. Por decirlo de alguna manera: estaba acojonado".
Rodeado de unos 2.000 militantes y simpatizantes, con los 41 ministros
que tuvo en sus etapas de gobierno en primera fila, González ha recibido
en Madrid un homenaje bajo el explícito lema de "30 años después.
Gracias, Felipe". Por asistir, ha asistido hasta Miguel Boyer, el tercer
marido de Isabel Preysler y hasta 1985 todopoderoso vicepresidente del
Gobierno. Una silla quedó en blanco: la de Ernest Lluch, asesinado por
ETA.
"Más
del 30 % de voto socialista no puedo haber en la sociedad", pensaba
entonces
Felipe González, quien, no obstante, tenía la convicción de que
podía existir un proyecto ilusionante que aglutinara un amplísimo
espectro de la sociedad, como así fue en las elecciones del 28 de
octubre de 1982. Así se inició un debate-coloquio entre el antiguo
secretario general socialista y el actual, Alfredo Pérez Rubalcaba,
moderado por la joven dirigente
María González.
Veinte
años no son nada, decía Gardel, pero treinta son una eternidad. A los
treinta años de la llegada de Felipe González al poder, las viejas
glorias socialistas se han reunido en Madrid en un revival con
beautifull people y la 'España del pelotazo' incluida: de
Miguel Boyer a
Carlos Solchaga, de
Carlos Romero a un irreconocible
Fernando Ledesma,
de
Claudio Aranzadi a
Javier Moscoso... y una silla vacía en el centro de
la primera fila, ocupada por una simbólica rosa roja y con un letrero
que decía 'Ernest Lluch', una de las más de mil víctimas del odio y de
la violencia terrorista.
El
acto de 'revival' fue conducido por María González, joven promesa de
las Juventudes Socialistas y quien forma parte de la Ejecutiva Federal
de los 'mayores'. Mientras, al fondo del escenario, los 'cachorros' del
PSOE hicieron de telón de fondo del debate entre lo muy antiguo,
representado por Felipe González, y lo antiguo, representado por
Alfredo
Pérez Rubalcaba, actual secretario general del PSOE.
En
la primera línea, como espectadores privilegiados, o más bien como
convidados de piedra, los 41 ex ministros que en aquel socialismo
español fueron, desde el primer Gobierno de Felipe González, conformado
el 8 de diciembre de 1982, hasta el último, cesado en junio de 1996.
Caras antiguas, muchas arrugas y muchas canas, numerosas figuras
desconocidas para demasiados españoles, como la propia moderada, María
González, que nació bastante después de que fuera aprobada la
Constitución Española.
En
esa larga, larguísima primera fila en el Palacio de Congresos y
Exposiciones, estaban sentados personajes como el ya citado Miguel
Boyer, flanqueado por Carlos Romero (ex ministro de Agricultura) y
Fernando Ledesma (ex ministro de Justicia); el que fuera poderoso
'número dos' socialista hasta la ruptura de la amistad con Felipe,
Alfonso Guerra, colocado entre Rodríguez Zapatero y
Javier Solana, y
todos los demás ministros y altísimos altos cargos, hasta 41, como
Suárez Pertierra,
Luis Atienza,
Joan Lerma,
Tomás de la Quadra Salcedo,
García Vargas,
Ángeles Amador,
Claudio Aranzadi,
Javier Moscoso,
Maravall,
Solchaga,
Barrionuevo...
También
en primera fila, algunos prebostes de los gobiernos de Zapatero, como
él mismo, sentado entre Alfonso Guerra y
José Antonio Griñán, o como las
ex vicepresidentas
María Teresa Fernández de la Vega -milagrosamente
rejuvenecida- y Elena Salgado, o el que fe número dos de Zapatero,
Pepe
Blanco. En la segunda fila, la actual Ejecutiva y prebostes de la
anterior, desde Inmaculada Rodríguez Piñero -con gorra de chulapa
madrileña, aunque es valenciana, y manga corta- a
Álvaro Cuesta. Y desde
primera fila, el presidente andaluz y del PSOE, José Antonio Griñán, no
dejaba de decir a la prensa: "Para que luego digan que estamos
reñidos...". Poco después, Zapatero, citado por Rubalcaba en mitad del
coloquio con González, recibió una auténtica aclamación, seguramente
previamente pactada.
El
homenaje estuvo centrado en un formato realmente novedoso para los
grandes actos socialistas: debate-coloquio entre González y Rubalcaba,
con María González de moderadora y los jóvenes de la JSE de testigos
presenciales. Ahí, en ese coloquio, González fue consciente de su edad y
de que "hace 16 años que 'me echaron' del Gobierno", llegando a decir
una gran verdad: "Los homenajes me recuerdan la edad que tengo".
También
hubo ausencias, aunque 'ausencias anunciadas': las más significativas
fueron las del ex vicepresidente económico
Pedro Solbes y el ex
ministro, ex secretario general socialista y actual comisario europeo
Joaquín Almunia. Ausencias significativas porque ambos fueron también
ministros con Felipe González, y Solbes lo fue igualmente con Rodríguez
Zapatero.
Pero
esas ausencias no deslegitimaron ni mucho menos el 'cierre de filas'
que los socialistas hicieron en torno, al menos, a la figura de
González: hasta la ex ministra
Carme Chacón y el diputado
Francesc
Vallés acudieron en representación del siempre díscolo PSC. Es verdad
que en el acto no estuvo el primer secretario de los socialistas
catalanes,
Pere Navarro, pero la convocatoria si estuvo secundada por la
inmensa mayoría de miembros de la actual dirección y de las pasadas
Ejecutivas.
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