El Nobel español ha recaído en el escritor José Manuel Caballero Bonald, poeta, novelista, ensayista, especialista en el cante y baile flamenco, y muchas cosas más. Un premio de justicia para un escritor comprometido y controvertido.
Este
cocodrilo, hoy, no llora. Un alegrón, el Cervantes para Pepe Caballero Bonald. Que ya era hora. Que parece de mucha
confianza lo de Pepe para Don José Manuel, pero es que somos amigos desde hace
un cerro de años. Y Pepe, y Pepa, su
mujer, están entre los que me llevaron de la mano por el ancho y bastante
proceloso mar de la vida literaria madrileña, allá por los años setenta. Era
una "familia literaria" en la que estaban gente bien distinta, como Gabriel Celaya y Amparitxu, Antonio Gades
y Pepa Flores, Juan García Hortelano, Angel
González, cuando venía de América,
Claudio Rodríguez casi todas las noches, Carlos Bousoño, y un largo etcétera más, de los que entonces éramos
muy jóvenes: Chus Visor, Fernando Delgado, Lourdes Ortiz, Luis Antonio de Villena, Marcos Barnatán. No hay negritas para
tantos nombres, y se quedan en el tintero, pero el sitio era Oliver, y la cena en Casa Gades. Con los dos lugares que
fueron de reunión -esos tiempos en que no hacía falta "quedar"- tenían qué ver
los Caballero Bonald. Por el lado del flamenco, del que Caballero Bonald es un
indiscutible especialista, sobre el que tiene tantas páginas escritas -Luces y
sombras del flamenco sigue siendo insustituible-, e incluso una discográfica
que sacó a muchos a la luz.
Cómo hacer un perfil de Caballero Bonald: A
ver, Pepe Caballero Bonald cae bien
a los que cae bien. No ha sido nunca de los que intentan ser simpáticos con
todo el mundo, y, por lo que sé, lo ha pagado. Por ejemplo, en la Real Academia,
donde el largo dedo de Camilo José Cela
puso un veto que no pudo con los votos amigos. O en las anteriores
convocatorias del Cervantes, en las que se quedaba a la puerta. Bueno: ahora ya
está. Y no cae muy simpático, por su humor jerezano, muchas veces cáustico y,
por qué negarlo, por sus ideas y sus prácticas políticas. Porque Caballero Bonald ha sido perseguido,
multado, detenido y molestado de mil maneras y bastantes veces, aunque también
haya recibido premios y honores. No es un intelectual de torre de cristal, para
nada: estuvo en la organización de los homenajes a Antonio Machado de Benlliure y de Baeza, el uno carne de fichero de
la Dirección General de Seguridad, el otro directamente prohibido por el Régimen anterior. Estuvo también entre los muñidores de la
Junta Democrática, que hizo posible en muy buena medida, la Transición española
a la democracia. Y un largo etcétera cuyo resumen se puede encontrar entrando
en la web de la Fundación Caballero
Bonald, que es la suya.
Y los
premios y honores? También muchos, que no voy a enumerar aquí. Baste decir que
todos, absolutamente merecidos. Por ser el escritor curioso y contradictorio
que es. Poeta, novelista, ensayista..... Es la suya una lengua barroca, esa
lengua de nombramiento que vuelve a hacer renacer la realidad, que la ilumina
creando mundos propios y cerrados, y que llena de significados nuevos las
palabras. Agatha ojo de gato, que
para mi es una de las mejores novelas, suyas y a secas (Barral Editores 1974)
ponía en el mapa literario un territorio que se llenaba de magias claras y
pasiones oscuras. Si el castellano de acá empezaba a sonar como el del otro
lado del océano!!! Para mí, Agatha.... es la cristalización de su
trabajo como novelista. En cuanto a la poesía, de una enorme modernidad,
siempre preferí Descrédito del Héroe (Lumen,
1977), aunque recomiendo vivamente su Poesía
amatoria (1952-2005) publicada en 2007 por Visor.
Pero en esa
vasta obra del maestro no podemos dejar de lado sus memorias, que levantaron ronchas
en su momento, porque no le han valido prendas. Tiempo de guerras perdidas (Anagrama, 1995) y La costumbre de vivir (Alfaguara, 2001) reunidas en un solo tomo
por Seix Barral con el título La novela
de la memoria, en 2010. No tengo el gusto de haber leído su Entreguerras, largo poema
autobiográfico, que ha publicado este
mismo año la Seix Barral. Pero lo haré.
Es que
siempre ha ido con su verdad por delante, aunque resultara incómodo. Hace no
muchos meses, Antonio Pedrós-Gascón reunía
muchas de sus opiniones, literarias y extraliterarias, en un volumen titulado Regresos a Argónida en 33 entrevistas,
bajo el sello de las Prensas Universitarias de Zaragoza. Y ahí encontrará el
lector la verdad de lo que estoy diciendo.
El gusto
literario es múltiple, nunca los premios llueven a gusto de todos. Este, desde
luego, si diluvia a mi gusto. Enhorabuena, Pepe!¡Te lo mereces!
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