Desde la
novela a los ensayos de urgencia, la crisis económica y sus consecuencias
sociales van a protagonizar la semana que viene. Y un nombre, el de Petros Márkaris, va a ocupar, sin duda,
los principales titulares.
El martes próximo
tendremos en Madrid al maestro Petros
Márkaris, que viene... dando ideas. Liquidación
final, la novela que presenta Tusquets Editores en la flamante Casa del
Lector, en el Matadero, va de la crisis, de la situación desesperada de los
griegos, de cierto justiciero por su mano, y, en fin, del comisario Kostas
Jaritos, su protagonista. Si no me
equivoco, es la tercera vez que Márkaris
novela la crisis griega, dos pasos por delante de la nuestra, y viene a
demostrar que el género policial es un instrumento perfecto para radiografiar
la sociedad. Si se tiene la mirada agudísima del griego, y su sensibilidad para
el presente, el escalofrío está servido.
Petros Márkaris es así de rápido. Una pensaría que
la historia se convierte en novela con mucha más calma, con mucho más tiempo. Pero
la policial tiene tanto de crónica de sucesos, con un añadido que le confiere
una eficacia definitiva: la ficción. La ficción que llega más hondo que la
realidad, la ficción que permite entrar en los motivos, los sentimientos, las
sensaciones, porque, cómo decirlo, personaliza lo que ocurre más allá de la
estadística y la situación. Es que la crisis se vive, como todo, de uno en uno.
Que yo sepa,
en España no tenemos ficción sobre la crisis. Se me ocurre que lo nuestro es un
estado de desconcierto paralizante, como venía a decir hace pocos días Soledad Gallego Díaz. Sí hay,
felizmente, un género nuevo de libros de urgencia, que se sitúan a caballo
entre el reportaje y el análisis, y que no esperan a que acaben los procesos
para describirlos, como hacen los historiadores. Estoy pensando en algunos de
los últimos Libros de la Catarata, cuyos
títulos hablan por si solos, y que se van a presentar también la semana que
viene: El hundimiento de la banca, del periodista Iñigo de Barrón Arniches, que es una "crónica de la cadena de
corrupción, ineficacia y cobardía política que nos ha llevado al hundimiento de
la banca española", o Las cloacas de la
economía, de Roberto Velasco, un
eco
nomista que habla directamente del lado
oscuro: corrupción, fraude fiscal, blanqueo de capitales, trata de
personas, narcotráfico, prostitución.....
Pero no es ése,
precisamente, el trasfondo de la gran novela negra? Márkaris el griego, Camilleri
el italiano y Manolo Vázquez Montalbán,
el español, forman la "trinidad santa" de este género tan anglosajón en el
Mediterráneo. Pero no están solos. Pienso en autores como Juan Madrid, que ya es un clásico, o en los que se han "pasado" a
la policial desde otros ámbitos de la narrativa, con notable fortuna: Maruja Torres, con Sin
entrañas (Planeta) o Jose Maria
Guelbenzu, con su Muerte en primera clase (Destino).
Curiosamente,
estas dos novelas tienen mucho en común. Las dos ocurren en el Nilo, y en un
crucero: la de Guelbenzu en un barco
moderno, la de Maruja en el Karnak, el buque de Agatha Christie, en un expreso y continuo homenaje. Que no es el único:
me conmovió, aunque no me sorprendiera nada, la presencia de nuestro común
amigo Terenci Moix , que adoraba
Egipto. Las dos tienen, además, protagonistas femeninas, que lo serán de toda
una serie. Diana Dial, antigua reportera y ocasional detective, resuelve el
caso catalanísimo de Sin entrañas,
como ya hizo en Fácil de matar. Y Muerte
en primera clase es ya el sexto caso de la jueza Mariana de Marco.
Está claro
que, mientras en el mundo siga habiendo esas cloacas que nos agobian, la novela
policial va a seguir invitándonos a entenderlo un poco mejor, a los lectores
apasionados del género, que somos muchos.