De huelga y contradicciones
martes 13 de noviembre de 2012, 17:59h
Escribo estas líneas, 24 horas antes de la
huelga general, por lo que es pronto para prever el éxito o el fracaso
de la convocatoria. Lo cierto es que los sindicatos UGT y CCOO han
convocado dos huelgas generales contra el gobierno de Mariano Rajoy en
menos de un año. La diferencia entre esta convocatoria y la anterior,
del 29 de marzo, es que entonces la protesta era contra la reforma
laboral, mientras ahora los sindicatos pretenden que los trabajadores
vayan a la huelga para forzar al gobierno a convocar un referéndum sobre
los recortes y los ajustes del gasto público. Ni más ni menos lo que
quieren es que el gobierno se haga sí mismo una enmienda a la totalidad,
una moción de censura y no lleve a cabo las medidas que considera
necesarias para salir de esta.
Está claro que la delicada situación económica del país es motivo
más que suficiente para que haya una contestación social, pero eso es
una cosa y otra muy distinta que los sindicatos conviertan la huelga
general- el último cartucho que tienen en la recámara cuando se agotan
todas las vías de diálogo- en algo de andar por casa.
Convertir la huelga general en algo cotidiano que utilizan cada
dos por tres, es simplemente descafeinar su objetivo que es, ni mas ni
menos, intentar torcer el puso al gobierno de turno para que dé marcha
atrás a sus medidas. En este país ha habido seis huelgas generales -ocho
si se añaden los grandes paros parciales- y solamente dos la del 14-D,
que se hizo contra el gobierno de Felipe González y posteriormente la
que se convocó contra José María Aznar, tuvieron los resultados
esperados. La primera marcó un antes y un después en el gobierno de
Felipe González y sobre todo quebró su relación histórica con la UGT,
liderada entonces por Nicolás Redondo y, en cuanto a la de José María
Aznar, consiguió frenar su pretendida reforma laboral. Ambas fueron muy
diferentes, pero tuvieron en común no solo que fueron secundaras
masivamente sino que doblaron el pulso los gobernantes del momento.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Primero porque
durante el gobierno de Zapatero cuando las filas del paro se
incrementaban sin parar hasta alcanzar los 5 millones, los sindicatos, y
especialmente la UGT estuvo silente y ese silencio cómplice en nada
benefició a los trabajadores. Sólo en el último momento y tal vez por
vergüenza torera los sindicatos decidieron hacerle una huelga general al
socialista Zapatero. Ahora, sin embargo, a Rajoy le han negado el pan y
la sal desde el primer momento con contradicciones escandalosas, por lo
que es inevitable ver una doble vara desmedir cuando gobierna la
derecha. ¿ O no es una contradicción que convoquen una huelga general
contra la reforma laboral, pero luego la apliquen sin rechistar hasta
en sus extremos más duros cuando les toca ellos despedir a sus
trabajadores, con 20 días por año trabajado?.
No seré yo quien colabore en una campaña de desprestigio contra
los sindicatos, a los que considero necesarios en el pleno desarrollo de
la Democracia. Pero sí soy muy crítica con la forma en que éstos han
evolucionado, alejándose cada día más de los trabajadores para defender
su pequeña cuota de poder. No es de recibo que aquí todo el mundo se
haya apretado el cinturón: los funcionarios hayan visto recortados sus
emolumentos, los políticos -aunque sea sólo por el qué dirán -se hayan
quitado parte de sus privilegios y casi todos estemos padeciendo en
nuestras nóminas las devastadoras consecuencias de la crisis, y los
líderes sindicales no se hayan dado por aludidos.
Aunque sólo fuera como una acción ejemplarizante deberían haber
salido hace mucho tiempo ante la opinión pública, anunciando que
renunciaban a parte de sus salarios, que eliminaban el número
escandaloso de liberados, y que estaban dispuestos a sostenerse
solamente con las cuotas de sus afiliados.
Otro tema es la oportunidad de la huelga. Está claro que además de
perder horas de trabajo, lo que afecta la productividad, se va a
perjudicar la imagen de España en un momento en el que todos los ojos
están puestos en nuestro país y miran con lupa si somos capaces de
cumplir nuestros compromisos. Tal vez este tema sea menor para CCOO y
UGT pero si España no sale esta los perjudicados somos todos los
trabajadores.
Al final el éxito o el fracaso de esta huelga consistirá en lo de
siempre: en si los piquetes informativos son capaces de paralizar el
transporte en las grandes ciudades. La cuestión estará en si aquellos
que quieran trabajar podrán hacerlo libremente o no. Tan lícito es el
derecho a la huelga como el derecho a acudir al trabajo de quienes
quieran hacerlo y por lo tanto se entiende mal que los piquetes llamados
informativos terminen convirtiéndose en piquetes coactivos, como ha
ocurrido en otras ocasiones. Y luego están los que aprovecharán el río
revuelto para la ganancia de los pescadores, como ha hecho el PSOE
con ese vídeo en el que invitan, por primera vez en la historia, a
sumarse a la huelga. Pero ese es otro debate que merece una columna
aparte. ¡ Vivir para ver! ¡Quién no lo iba a decir hace tan sólo un año!