miércoles 07 de noviembre de 2012, 10:30h
Vivimos tiempos en España en los que los socialistas tenemos que hacer un
esfuerzo titánico, que resulta, en ocasiones, verdaderamente agotador. Se detiene la atención en cada sílaba, y cada consonante, que pronunciamos. Una disonancia, por pequeña que sea, no se interpreta como un ejercicio de
debate constructivo, sino que se exagera como si fuera la constatación de una
división interna.
"¡¡¿Ves? No están de acuerdo: uno ha dicho asimétrico y el otro sólo
federalismo. Uno ha dicho España y el otro el Estado. Uno ha dicho Catalunya
diez veces y el otro solo una...!!!". Si, además, discrepamos en alguna otra cosa, algo más relevante, como si la
Constitución española debe, o no, recoger un derecho de referéndum de los
territorios de España, esa cuestión parece, de pronto, ser la única que
importa.
Y así, mientras el president de Catalunya nos anuncia un camino a la
independencia sin ni siquiera llamarla, ni una sola vez por su nombre, en un
camino alocado lleno de inconcreciones, engaños e irresponsabilidades... Y
mientras el presidente de España permite que se evoque vagamente a la Guardia
Civil y a las Fuerzas Armadas, sin ningún pudor.... Resulta, que ellos pasan por
ser gente con las ideas claras y a nosotros se nos cuelga el sambenito de la
debilidad y la indefinición.
Por eso, Alfredo, agradezco que hayas dedicado este tiempo a algo tan
sencillo como decir lo que piensas, lo que el PSOE, nuestro partido hermano,
piensa y defiende sobre lo que está pasando en España y en Cataluña en
particular. Espero que al salir de aquí, ustedes hayan comprobado que
tanto el Sr. Pérez Rubalcaba como yo mismo, tanto el PSOE como el PSC,
compartimos una visión de la situación de España y una visión de la situación
de Catalunya. Que queremos una España federal. Que queremos que Catalunya siga
siendo parte de España y, naturalmente, también de Europa.
Que creemos que hay que modificar la Constitución en profundidad, pero no
para volver a la centralización de los años 60 como propone el PP, sino al
contrario: para avanzar en la descentralización y el autogobierno. Gracias, Alfredo, por ayudarnos a constatar esa sintonía. Tiempo habrá de hablar de cómo esa reforma constitucional que ambicionamos
recoge el derecho de los catalanes y de otros pueblos de España a expresarse
sobre su futuro.
Y gracias a ustedes, gracias a vosotros, José Luis, patrocinadores,
autoridades, amigos y amigas, por acompañarme aquí y ahora. Tengo la seguridad
de que si ustedes albergaban alguna duda sobre la claridad de lo que
defendemos, esas dudas, habrán sido despejadas dentro de un rato. Permítanme
mirar ligeramente atrás para comenzar.
El próximo día 25 de noviembre termina en Catalunya la legislatura más
breve de nuestra historia: menos de dos años.
Ningún gobierno de la Generalitat, ni siquiera en la convulsa época de la República,
ha sido tan fugaz como este que en 26 días termina. Es sorprendente que, Mas
haya sido tan rápido en dar por agotada su Legislatura.
Hay un factor fundamental para entender la brusquedad de tan precipitada
llamada a las urnas. Bueno... uno no, tres. Lo que podemos llamar, sin ningún
paliativo, los tres fracasos de Mas. Uno por cada una de sus tres grandes
promesas, esas sí, recogidas en su programa electoral, y anunciadas con toda solemnidad
en el Parlament de Catalunya.
Primera promesa: "reactivaré el crecimiento económico y reduciré el paro a
la mitad", prometió Mas hace tan solo dos años. Parece que CiU esperaba el efecto inmediato, mágico y milagroso, que
también esperaba Rajoy para España: Se irán los socialistas, llegaremos
nosotros, y la economía se recuperará y crearemos empleo. Pues bien: primera promesa y primer fracaso. Dos años después, en Catalunya
han desaparecido más de 150.000 empresas, y van al paro 250 personas. Si el crecimiento económico era en 2010 del 0.1 % positivo este año
probablemente cerremos con un 1,5 % negativo.
Segunda promesa: "firmaremos un pacto fiscal, resolveremos el agravio
histórico que sufre Catalunya en la financiación por parte del Estado". Segundo
fracaso. Mas viene a Madrid, llama a la puerta del presidente Rajoy, le reclama
un modelo de financiación que después de muchos meses de negociaciones en el
Parlament de Catalunya, Rajoy le dice que no, se amenazan mutuamente durante un
par de horas, y Mas vuelve a Barcelona con las manos vacías. Segunda promesa,
pues, y segundo y estrepitoso fracaso.
Y tercera promesa: "mi prioridad serán las políticas sociales," nos anunció
el president. Tercer, y más grave fracaso: en Catalunya le sale más caro a un
niño llevarse el "tupper" al colegio - tres euros diarios - que a un rico
heredar un yate.
En Catalunya han subido un 42 % en dos años las listas de espera para
acceder a un quirófano.
En Catalunya hay hoy 20.000 alumnos más, pero 1.800 maestros menos.
En Catalunya, la semana pasada las farmacias cerraron protestando por algo
tan simple de entender como que no se le pagan las facturas.
En Catalunya, un estudiante universitario paga hoy más del doble por su
matrícula que el año pasado.
A pesar de ese enfrentamiento que CiU y el PP, Mas y Rajoy, mantienen
enrocado cada uno en su propio nacionalismo, quizá adivinen en qué han
mantenido una franca, constante e inquebrantable colaboración: tanto en Madrid
como en Catalunya, esos dos nacionalistas, aparentemente irreconciliables, no
tienen ningún problema en ponerse de acuerdo para castigar a los más débiles, a
los más desfavorecidos, al ciudadano corriente y a la clase media, con los más
brutales recortes de la historia reciente.
¿Qué hacer ante tal desastre en la gestión y ante tan malos resultados?
Huir hacia adelante. Correr una cortina de humo.
Despistar. Hablar de
Catalunya, porque de la situación de los catalanes mejor ni hablar... Aunque el programa de CiU no decía ni una palabra sobre la independencia,
ni sobre una consulta, ni sobre el derecho a decidir, de forma abrupta e
irresponsable el president, que de pronto se nos presenta como un mesías,
ofrece a Catalunya un viaje con rumbo a una Tierra Prometida. La Tierra Prometida de la independencia. Mientras nuestras aulas y nuestros
ambulatorios se masifican, mientras se incrementan las listas de desempleados y
se reducen las de empresas, el president se nos convierte en profeta y nos
anuncia una promesa más, la Tierra Prometida de la independencia, solución de
todos nuestros problemas.
España expolia a Catalunya. Madrid nos roba, no nos quiere. No hay manera.
Se acabó. Rompamos. Y así, impotente, incapaz de negociar nada ni de pactar
nada, Artur Mas nos embarca en una aventura que nadie, tampoco él, sabe dónde
ni cómo termina.
Para tan incierto viaje hacia la independencia, sería conveniente que Mas
respondiera a algunas preguntas:
>> ¿Van él y su Gobierno a desafiar la ley poniendo urnas en las
calles de Catalunya, aunque no puedan hacerlo legalmente? Dice Mas que
preguntará si los catalanes deseamos que Cataluña sea un Estado dentro de la
Unión Europea.
>> ¿Qué derecho le asiste para decidir lo que se ha de preguntar? ¿Es
que no sabe que ser un miembro de la Unión Europea no depende de él, ni
siquiera de los catalanes, sino de los 27 estados de la Unión?
>> ¿Tendremos, Sr. Mas, que elegir un pasaporte catalán o un
pasaporte español?
>> ¿Se mantendrá Catalunya en el euro, o quizá volvería a la peseta?
>> ¿Invitará Mas a Baleares, o a la Comunidad Valenciana a formar
parte de ese nuevo Estado que anuncia? Afirma Mas que Catalunya podría seguir
siendo monárquica... ¿Y si está pensando en monarcas, En quien estará pensando
Mas? y que una selección catalana de fútbol podría jugar con la selección de
Andorra, como Mónaco. ¿Es que Catalunya es Mónaco? ¿Dónde estarán las fronteras
de ese nuevo Estado que se nos promete? ¿Llamará Mas a los Mossos d'Esquadra a
custodiar las urnas frente a la Guardia Civil que intentaría retirarlas?
Catalunya sería socio de la OTAN, pero sin ejército. El ejército ya lo
pondría España. ¡¿Pero qué acertijo es este que parece más bien una broma macabra...?!
Hace unos días, CiU distribuía un argumentario para sus cuadros en el que
les pedía que no pronunciaran la palabra independencia y que apelaran a la
democracia, al derecho a decidir y al diálogo y la concordia... ¡Qué gran ejemplo
de coherencia, de claridad y de valentía!
Vamos a la independencia, pero sin nombrarla... Vamos a la independencia,
pero, por supuesto, pacífica y amistosa. Como si se tratara de un divorcio de
mutuo acuerdo. ¿Que la mitad de los catalanes no quieren la independencia? Eso
es un detalle menor.
¿Que hoy no hay vías legales ni antecedentes ni procedimiento posible para
que Cataluña sea un Estado independiente dentro de la Unión Europea? Bueno, ya
veremos cómo lo arreglamos... Lo importante, nos dice Más, es dónde queremos
llegar, no qué camino debemos seguir.
Eso solo tiene un nombre: frivolidad. Bueno, en realidad podemos darle
otro: irresponsabilidad. A la insensatez de CiU, que pretende partir en dos la sociedad catalana,
poner al país en tensión e iniciar el más incierto camino, el PP se suma con más
insensatez, si cabe.
Un día se nos advierte que podría visitarnos en Catalunya un General de
Brigada de la Guardia Civil si Mas persiste en su intención. Otro día se
considera que la educación podría ser útil para españolizar a los niños
catalanes. Pocos días después Aznar propone una recentralización, un retroceso
a la España radial de tan buen recuerdo para los conservadores españoles. Y así estamos, en una escalada verbal para demostrar quién tiene la bandera
más grande y quién se envuelve mejor en ella. Alimentando el odio entre
hermanos. Acentuando diferencias. Acrecentando la tensión.
De manera que, mientras los conservadores españoles y catalanes son
cómplices para recortar derechos que están asfixiando a las familias de las
clases medias y trabajadoras, aquí y en Barcelona, resulta que también se
ayudan uno a otro situándose ambos en los extremos del nacionalismo y
amenazándose mutuamente.
Mientas el PP y CiU gobiernan juntos en la Diputación de Barcelona, en
Badalona, en Castelldefels y en Reus se comportan luego como vulgares matones
peleando en patrioterismo.
Esa es la hipocresía que se está denunciando en las calles. La mala
política de quien se reparte, a conveniencia, escaños y concejalías pero luego
se lía a bofetadas con su socio.
Amigos, amigas, lo que hace tan solo algunas semanas parecía una broma, un
ejercicio de estrategia electoral o una fanfarronería, está resultando ya
demasiado insidioso y también altamente peligroso: esos dos presidentes de
Gobierno, uno en la Plaza de Sant Jaume, otro en el Palacio de la Moncloa, han
iniciado una escalada impresentable y muy peligrosa que agota ya la paciencia
de los demócratas.
Sé que muchos de ustedes me conocen poco. Sé también que quienes me conocen
me tienen por lo que soy: un hombre tranquilo - demasiado tranquilo - enemigo
del grito y las estridencias. Sé que entre dos posiciones tan extremas como las
de vulgares matones amenazándose uno a otro, yo parezco un ingenuo que, de
querer parar a los dos peleones, va a llevarse golpes de los dos lados. Lo sé.
Y sé también que el PSC, y el PSOE, en ese paisaje en blanco y negro que
plantean los nacionalistas españoles y los nacionalistas catalanes, tienen el
peligro de difuminarse entre los matices del gris. Pues bien, creo que ha
llegado el momento de decir con toda la tranquilidad, porque no podría hacerlo
de otra manera, pero también con toda la rotundidad de quien ve que la pelea es
ya muy peligrosa, ¡¡¡Que ya está bien!!!
Si yo fuera presidente no dudaría ni un minuto. Me encerraría con el presidente
del Gobierno hasta que hubiésemos puesto las bases para que España y Cataluña
convivan en paz. Yo le digo a Mas y a Rajoy que NO. Que paren ya. Que paren
esta chulería que nos avergüenza en Cataluña y en España. Que nos pone en
ridículo ante el mundo. Que hay que hablar y hay que entenderse. Que no están
representando a la mayoría pacífica de España y de Cataluña que sólo quiere
convivencia y paz. Yo digo, y creo que lo digo en nombre de la mayoría de los
catalanes y de los españoles de bien, que me avergüenza ver a Mas y a Rajoy
apelando a las armas, al ejercito, a los Mossos... Me da vergüenza esta actitud
violenta y lamentable.
Solo para parar esta dinámica provocadora y chulesca, ya sería bueno que
CiU y el PP sufrieran en las urnas el próximo día 26 las consecuencias de sus
actos y sus amenazas. Pero el voto de las catalanas y los catalanes podría
servir también ese día para afirmar una tercera vía, la única posible, la única
viable, la única realista, que es la vía federal. La única realmente ambiciosa.
Federalismo es entenderse, pactar y respetar la diferencia del otro. Federalismo
es el sistema político de los estados más estables y más prósperos del mundo:
Estados Unidos, Canadá o Alemania, entre otros muchos. Federalismo es lo que nos permite vivir en una comunidad de vecinos con
espacios comunes, aunque cada cual pueda hacer lo que quiera de puertas a
adentro. Federalismo es la fórmula que han defendido muchos de los más relevantes
intelectuales de Cataluña y ahora también muchos intelectuales del resto de
España.
Avanzar en un modelo nítidamente federal es lo que proponemos. Se lo
proponemos a Catalunya y se lo proponemos al resto de España. El federalismo es posible si reformamos la Constitución en profundidad. Es evidente, en eso parece que estamos todos de acuerdo, que nuestro texto
actual ha hecho un gran servicio, pero que es un texto en parte agotado.
Hicimos bien en defender y aprobar en Catalunya, en mayor grado que
cualquier otro pueblo de España, nuestra Constitución de 1978. Por eso ahora
estamos legitimados, como nadie, para pedir una revisión en profundidad que la
mejore.
Proponemos reformar la Constitución para que queden claras las competencias
estatales y las competencias de los territorios, evitando esta carrera sin fin,
este pozo sin fondo, de duplicidades y conflictos entre las Comunidades
Autónomas y el Estado.
Proponemos reformar la Constitución para cerrar el Senado como hoy lo
conocemos, y que esa Cámara sea verdaderamente territorial, acogiendo en ella
la voz y la capacidad legislativa de los territorios que integran nuestro
Estado. Proponemos reformar la Constitución para que las naciones que integran
España sean reconocidas como tales. Y para que sus territorios puedan denominarse como deseen. Nadie se rasga
las vestiduras porque se hable del Reino de Navarra o del Reino de Valencia o,
por supuesto, del País Vasco.
Proponemos reformar la Constitución para que España sea un Estado Federal.
Llámenlo federalismo asimétrico, si quieren, porque todos los federalismos
son asimétricos. El federalismo consiste, precisamente, en respetar las asimetrías: las
diferencias entre las partes federadas, para administrar sus identidades
diversas en armonía. Y Sí. Sin ninguna duda, como ya hemos dicho en otras ocasiones, hoy vuelvo
a repetir aquí y donde haga falta, que defendemos el derecho del pueblo
catalán, a ser consultado sobre su propio futuro en el momento en que se den
las condiciones que tendremos que acordar entre todos.
Cuando haya de celebrarse ese referéndum que sea pacíficamente pactado
entre los dos gobiernos, para que los dos queden vinculados a su convocatoria y
a su resultado.
Tal y como conocemos de las dos únicas experiencias internacionales
comparables, el Quebec y Canadá y Escocia y el Reino Unido.
Un referéndum vinculante con condiciones totalmente nítidas, sin
subterfugios, ni cartas marcadas, ni aplazamientos. Y por si alguien tiene alguna
duda, en el caso de que se pregunte a los catalanes sobre su pertenencia a
España, nosotros, el PSC, daríamos un rotundo "Sí".
Los socialistas catalanes defenderíamos con claridad un No rotundo a la
independencia y un sí a la convivencia en España. Así que si el señor Mas nos
está invitando a un plebiscito sobre la independencia de Catalunya que quede
claro: el dice SI a la independencia, y nosotros decimos claramente y
rotundamente NO a la independencia.
Nos sentimos catalanes al cien por cien, y no permitimos a nadie que nos dé
certificados de catalanidad. Pero tampoco aceptamos que se nos haga pasar un
examen de españolidad.
Nuestra identidad catalana convive bien con nuestra identidad española. Hoy
dos de cada tres catalanes se sienten, en mayor o menor medida, catalanes y
españoles. ¿Se lo va a impedir Mas?
Los socialistas estamos siendo muy claros en la definición de esta tercera
vía, insisto, la única vía posible, la vía federal. La única ambiciosa. Tenemos
que ser muy claros porque si no nuestra voz se perderá entre los gritos y las
amenazas de la pelea impresentable en que andan enzarzados Mas y Rajoy, el
cerrilismo de Mas y el cerrilismo de Rajoy.
Pero tan claros tenemos que ser en la alternativa al conflicto que
plantean, como en nuestra alternativa a su complicidad mutua a la hora de hacer
políticas conservadoras que allí en Cataluña y en el resto de España,
sistemáticamente favorecen a los ricos y los poderosos, y perjudican a los
trabajadores y las clases medias.
Hay también un camino alternativo a esta asfixia inútil a la que se está
sometiendo a la gente común.
¿Cuánto sufrimiento más han de aguantar nuestros mayores, nuestros parados,
nuestras familias con menos recursos, nuestros jóvenes, para que los
conservadores admitan que esta política de recortes salvajes sólo nos lleva al
desastre? Hay un camino alternativo a la política salvaje de CiU y del PP.
De nuevo, la única vía posible, la única realista, la más ambiciosa: que
invierta recursos en lugar de recortarlos. Por eso presentamos ante los
catalanes un programa que plantea que no habrá más recortes en los pilares
fundamentales del estado del bienestar, la educación, la sanidad y la
dependencia.
Que reinicie cuanto antes el crecimiento y la creación de empleo.
Por eso presentamos ante los catalanes un programa que plantea retomar y
renovar nuestro Acuerdo Estratégico, olvidado por el actual gobierno catalán y
que supone un verdadero plan de reactivación económica y creación de ocupación,
pactado con sindicatos y patronales.
Que plante cara a los poderosos y pida que rindan cuentas los culpables de
este desastre. Que no grave más a las maltrechas economías de los trabajadores
y las clases medias, pero sí a quienes más tienen.
Por eso presentamos ante los catalanes la propuesta de grabar con un 60 %
el IRPF a partir de un millón de euros de ganancias, además de renovar la
tributación de los que más tienen, recuperando el impuesto de sucesiones, y
reformando el impuesto sobre el patrimonio.
Que sea radical e inflexible contra los defraudadores y los corruptos. Por
eso presentamos ante los catalanes un programa que plantea reforzar la lucha
contra el fraude.
Que vuelva a invertir en sanidad, pilar de nuestro presente, y en educación,
pilar de nuestro futuro. Por eso presentamos ante los catalanes un programa que
plantea eliminar el euro por receta y incrementar la plantilla de profesores
hasta restablecer los ratios alumno profesor de 2010.
Que de nuevo considere el medio ambiente no como un gasto caprichoso, sino
como una necesidad y un sector económico relevante. Por eso presentamos ante los catalanes un programa que plantea dotar un
fondo para el impulso de la eficiencia energética con 1.000 millones de euros
en cuatro años, para renovar toda la cadena de producción y consumo de energía.
A esos asuntos debería un gobernante responsable dedicar su tiempo. Siendo
importante, como es, que Cataluña y España encuentren las mejores vías para una
convivencia armoniosa, más urgente, aún, es que ese asunto no desvíe la
atención de los problemas que cada día están sufriendo las catalanas y los
catalanes, como los sufren también tantos españoles y tantas españolas que el
día 26 despertaran con las mismas angustias que hoy.
El sufrimiento del desempleo; el azote de la desigualdad; la desesperanza;
la precariedad...
De forma abrupta Mas nos ha llamado a las urnas. Tras dos brevísimos años
de fracasos. De fracasos rotundos que dejan a Cataluña hoy, en una situación mucho
peor que la que teníamos hace dos años. Allá donde Mas se nos presenta como un
mesías que lleva a su pueblo a la Tierra Prometida, yo solo veo un gobernante
en fuga, que no avanza, que solo huye.
Allá donde Mas promete una travesía plácida y pacífica, yo solo veo a un
mal político temerario, agresivo y cerrado. Cada vez que Mas promete algo yo
solo puedo recordar sus falsedades, sus engaños y sus imposturas.
Cuando Mas culpa a Madrid, y solo a Madrid, de todos los males de
Catalunya, yo solo veo a un gestor incapaz de solucionar los problemas y
responder a las esperanzas de su gente.
Venimos trabajando intensamente, y voy a trabajar con todas mis fuerzas,
para que el domingo 25 de noviembre, los catalanes y las catalanas, vean que
frente a las papeletas conservadores del PP y CiU, las papeletas de los
recortes salvajes para los débiles y los privilegios para los poderosos, hay
otra papeleta: la papeleta del PSC.
Y para que sepan también que entre la papeleta de la discordia del CiU
independentista y la papeleta reaccionaria del PP centralista y autoritario,
hay otra papeleta: la del federalismo, la de la convivencia, la de la sensatez.
Intervención de Pere Navarro, primer secretario del PSC y candidato a la presidencia
de la Generalitat, en el Foro Nueva Economía, Madrid, 30 de octubre de 2012. Con
permiso del autor.