No hay muchos asideros a los que se puedan agarrar los asesores de
la ministra
de Empleo para justificar sus declaraciones, pero si quieren escoger
uno, yo optaría desde luego por éste que
ha facilitado este miércoles el Banco de España.
La balanza comercial española (la diferencia entre exportaciones e
importaciones) que llegó a superar los 80.000 millones justo antes del
estallido de la crisis (más del 8% del PIB) se ha situado en agosto de 2012 en
19.456 millones, menos del 2% del PIB. No solo eso, la balanza de servicios
acumula ya un superávit de más de 26.000 millones hasta agosto, y la necesidad
de financiación de la economía, es decir, el saldo agregado de las cuentas
corriente y de capital, que llegó a superar los 100.000 millones de euros en
2007, se situó en el último mes en 13.000 millones de euros. Y eso en un
contexto en que la balanza comercial se ha visto perjudicada por un incremento
del déficit energético en un 15% en el último año.
Ningún otro país del G-20
ha realizado un ajuste tan espectacular en sus desequilibrios
macroeconómicos en un espacio tan corto de tiempo, y es sin duda un motivo
para la
esperanza de que el sector exterior esté sentando las bases para el
crecimiento futuro de la economía española.
Cierto, una parte no desdeñable de esa corrección hay que atribuírsela
al desplome de las importaciones, y por tanto se difuminará una vez la
actividad comience a cobrar impulso. Pero no hay que quitar importancia al buen
comportamiento que están registrando las exportaciones.
Algo, que por cierto, no viene de ahora, ya se lleva produciendo desde
hace años, simplemente que la buena marcha de las empresas exportadoras se veía
eclipsado por el tsunami de la demanda interna en los años buenos del boom
económico. Pero, como recoge esta presentación del
Ministerio de Economía en su página 29, España ha incrementado, en los
últimos años, su cuota de mercado en exportación de bienes y servicios respecto
de todos sus principales socios comerciales excepto de uno, Alemania, que es la
gran locomotora exportadora de Europa.
Y es que, en un contexto como el actual, en el que no se nos está
permitido devaluar nuestra moneda ni decidir la política monetaria, la única
vía para responder a los interrogantes sobre nuestro crecimiento a largo
plazo pasa por incrementar el tamaño de nuestro sector exportador, de forma que
contribuya aún más al crecimiento de lo que lo está haciendo ahora (Las
exportaciones representan un 30% del PIB en España, frente al 50% en Alemania).
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