Los jueces se sienten como una especie de
"cobradores del frac" de los bancos, cuando no como esos otros que al
que no paga le rompen las piernas, que en el caso de las hipotecas es la
vida, mediante el procedimiento del desahucio cruel, injusto e infame.
Los bancos se sirven de los jueces, en efecto, como la señora Cifuentes
de la Policía, para hacer lo que quieren y quebrar toda oposición a sus
designios, mas como quiera que los que quedan como los malos de la
película son ellos, pues son los que sentencian y firman las órdenes de
lanzamiento, y que los bancos saturan los juzgados con sus demandas
antisociales (¡350.000 desahucios en cuatro años!), los jueces han dicho
que hasta aquí hemos llegado, y que ellos no consagraron
profesionalmente su vida a la Justicia y al Derecho para acabar
sirviendo de ejecutores de la monumental estafa que la banca ha
perpetrado, en sus diversas modalidades, contra la sociedad española.
Por si faltara algo, las "reformas" de Gallardón, asombrosamente
¡ministro de Justicia!, han terminado de indignarles, particularmente la
del incremento descomunal del precio de la Justicia precisamente, que
queda más lejos que nunca del alcance y de las posibilidades de la
mayoría.
Jueces y fiscales de todas las asociaciones profesionales,
conservadores y progresistas, denuncian las malas prácticas bancarias
que fuerzan su indeseada complicidad o cooperación necesaria. Los jueces
dictan los desahucios, pero lo hacen aplicando la Ley, que data de hace
más de un siglo, que desprotege absolutamente a las víctimas, y que el
Gobierno, el encargado de reformarla o de dictar otra por su mayoría
absoluta en el Congreso, ha mantenido y mantiene para mayor lustre de
los bancos y de los banqueros. El mismo Gobierno que los rescata
mientras hace recaer el pago sobre los ciudadanos empobrecidos y
mediante la incautación de los ahorros y los patrimonios de los
trabajadores. Los jueces, que sienten que lo que están haciendo no se
compagina con la función para la que se formaron, ni con la que la
sociedad espera de ellos, se plantan, y dan con ello algún respiro a los
amenazados de ser arrojados de sus hogares.
Otro respiro, que afecta a las vidas de cientos de miles de
españoles, se espera en breve de ellos: el alud de demandas por la
estafa de las Preferentes, otra de las más sangrantes y viles del ramo.