Esta semana se ha vuelto a conocer un
dato que, como cifra, pasa de puntillas por un problema que está encontrando la
solución en una antigua práctica. La actividad del comercio minorista descendió
en el mes de septiembre un 14,3% en Castilla-La Mancha, una barbaridad teniendo
en cuenta el continuo descenso que estas cifras están padeciendo a lo largo de
todo el año. Y no descubrimos nada si decimos que la gente está dejando de
comprar -que el consumo se contrae según los economistas- pero, y quizás esto
es lo más preocupante, la gente está empezando a intercambiar.
En la ciudad de
Toledo, un nutrido grupo de parados se ha constituido en Asamblea de Desempleados, con grupo en Facebook y todo, para empezar a buscar alternativas
a una situación desesperada. No se trata ya de ganar dinero, sino de
sobrevivir.
Entre las fórmulas de actividad se encuentran los mercadillos de
intercambio o las bolsas de tiempo, personas especializadas en distintos
oficios que intercambian trabajo por trabajo, yo te reviso la calefacción ahora
que ha llegado el frío y tú me miras el coche que le suenan los frenos. Tan
sencillo como eso, y tan antiguo a la vez. Tanto que da miedo pensar los pasos
atrás que estamos dando para poder salir adelante.
En esta asamblea, que está
celebrando reuniones semanales, se están pidiendo espacios desaprovechados para
la ubicación de huertos urbanos. ¿Y por qué no sembrar patatas o plantar
lechugas en ese solar, destinado a un bloque de 64 viviendas de uno, dos y tres
dormitorios, con garaje y trastero incluido, apto para su bolsillo, según reza
el cartel? Pues esa es la economía que viene, ni la economía de mercado, ni la
planificada ni la economía social.
Para la gente que pisa las aceras mojadas a
lo largo, y no a lo ancho del coche a la oficina, la economía que se impone es
la del trueque, en la que uno corta el pelo y el otro tapa una gotera, y en la que uno te puede ofrecer una vieja
máquina de coser, a cambio de esa pequeña cocina de gas que tenías en el
trastero porque no puede pagar más luz. Ya sabes, por si acaso, no tires nada.