Cuando se critica a los funcionarios, se olvida que funcionario
es el médico que nos cura, el policía que nos protege, el bombero que apaga el
fuego o el maestro que enseña a nuestros hijos. Sin funcionarios no funcionaría
el país, todos ellos han tenido que trabajar duro para aprobar unas
oposiciones, y ahora también están pagando la crisis. Se les ha quitado la paga
extra de Navidad, pero Hacienda anuncia que van a cotizar como si la hubiesen
cobrado. O sea que en diciembre recibirán menos dinero que en noviembre. Menudo
regalo de Navidad les espera.
Pero además de los funcionarios, están
los enchufados, los que cobran un sueldo público, pero han sido colocados a
dedo. Algunos fueron elegidos por méritos propios, pero la mayoría están ahí por
sus afinidades políticas o familiares. Es un escandaloso séquito de amiguetes y
parientes.
Por poner un ejemplo, que
desgraciadamente no es el único, la Junta de Andalucía tiene una administración
paralela de más de 130 empresas donde trabajan 26.000 personas, que nunca han
pasado pruebas de selección para acceder a esos empleos. Increíble, pero
cierto.
Seamos
precisos. Salvemos a los funcionarios, pero que la tijera recorte a los
enchufados a dedo. Y de paso, también al dedo.
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