La Gran Estafa

"Una estafa es una obra de teatro en la que todos saben lo que tienen que hacer, menos el panoli"

Hay una casta de brahmanes en España que nos está esquilmando la sangre. Hubo un tiempo en que la forma natural del capitalismo consistía en vender el fruto del trabajo de cada uno. Así, un pintor de brocha gorda vendía su "pintar", un labriego sus coles, un plomero sus fontanerías y un escritor sus escritos. Existía una correlación lógica entre aprendizaje-trabajo-fruto del trabajo-remuneración y, de alguna manera, se hacía verdad que a mayor esfuerzo mayor ganancia. Hoy nos encontramos hundidos como individuos y como sociedad porque la máxima reinante es a menor esfuerzo mayor ingreso y hay un no sé qué de engaño marrullero en todo esto.

Mientras la clase media nos desmoronamos en un sufrimiento doloroso que nos expulsa de nuestra propia comunidad y que arrastra también a nuestros hijos en la debacle, los Botín de España -léase los brahmanes- ganan todavía más dinero. ¿Cómo desoír el grito de estafa? Deberíamos negarnos a pagar impuestos (IRPF, Renta, IVA) mientras no vuelva la sensatez a la realidad.

Los brahmanes tienen en el bolsillo al presidente invisible que nos (des)gobierna; un simple con tan escasa preparación que su advenimiento al poder hace menos de un año ha llevado al país a un caos sociopolítico comparable al previo a la etapa del Cantonalismo: a la deriva independentista -ya lo advertíamos en estas mismas páginas un año antes de dejarnos arrastrar por la frustración y acabar poniendo al frente del país a un incapaz- y al funesto manejo de la economía hay que sumar los resultados electorales vascos. No sé quién le pondrá el cascabel al gato, pero no será el presidente Rajoy.

El presidente Rajoy no debe seguir gobernando: no hay una sola semana de las últimas 40 que España no haya empeorado: todas -repito, todas- las variables están peor que cuando él llegó a Moncloa al grito de yipiyeah, por fin. En este tiempo no ha habido cinco días consecutivos que España haya repuntado así sea solo un poquito. El Partido Popular, que ganó las elecciones limpia y legítimamente, debería retirar la confianza al primus inter pares, provocar su renuncia y nombrar a otro (la vicepresidenta lo haría mejor y con más bemoles). Que con la que está cayendo [con jóvenes y no tan jóvenes abandonando el país por falta de ¿oportunidades, como dice Rajoy? No: ¡Por falta de pan!] todavía no se haya metido mano a las SICAV o no haya un plan antifraude de las grandes bolsas de dinero negro en manos de los más acaudalados es, simplemente, un insulto.

En lo que va corrido de 2012 se han fugado de España 250.000 millones de euros. 1) Que tal cosa sea físicamente posible, me escandaliza. 2) Que sabiendo dónde ha ido el dinero -money traces- no se haya rastreado, me escandaliza. 3) Que los evasores-estafadores sigan viviendo entre nosotros gozando de aceptación pública y hasta encontrando franca la entrada de Moncloa, me escandaliza. 4) Que no haya un plan legislativo y gubernativo para encarcelar a los ladrones si no devuelven la pasta (con la multa pertinente) no me escandaliza; simplemente me demuestra que es una estafa de los brahmanes en connivencia con los gobernantes y que "el panoli" somos la clase media.

Llevo casi un año fuera de España buscándome las habichuelas a miles de kilómetros, solo y alejado de mi mujer y mis hijos en pleno paso de la infancia a la juventud. Como yo, este año han salido de España 430.000 personas. Estos datos, por supuesto, no escandalizan al presidente Rajoy, al españolizador Wert, a los retorcidos Montoro y de Guindos ni a ninguno de los eurobobos que nos gobiernan. Para acabar de rematar el pastel, Catalunya y Euskadi están por decirnos adiós y a ver quién les echa un galgo. Acaso sea el fin de España, un sueño imposible desde 1492.