lunes 08 de octubre de 2012, 10:40h
Al PSOE se le
van cayendo letras de sus siglas de forma alarmante. Primero fue la O de obrero
la que se iba difuminando, en la medida que sus cuadros se rellenaban de lo que
llamaríamos, en el viejo lenguaje marxista, pequeños burgueses o aspirantes a
serlo. Se fue transformando en un partido de "progres", es decir más
"progretario" que proletario en el que pesaban más las manías de los snobs
progresistas que las reivindicaciones laborales de Pablo Iglesias. El
"progretariado" ha ido sustituyendo a la clase obrera por una corte de artistas
de la cultureta, profesores de poca vocación docente, economistas de tres al
cuarto y comisionistas del tráfico de influencias. Fue adquiriendo las
podredumbres de un partido posibilista y olvidando los ideales, más o menos
utópicos, que hacían flotar al viento sus banderas revolucionarias.
Esta
desnaturalización de la O se ha contagiado a la E, favoreciendo su aproximación
o complicidad hacia los pequeños burgueses regionales que aspiran
preferentemente al monopolio del poder político local antes que a la justicia
social y las condiciones de vida de los trabajadores. Así se pudo ver al
candidato socialista en Cataluña, Pere Navarro, promoviendo la abstención en el
"Parlament" catalán, facilitando el paso a la loca agenda secesionista de Artur
Mas y agitando una bandera federalista tan fuera de la Constitución vigente
como puede estar el sueño autodeterminista de Mas. Caída la O obrera, le sigue
la E española. La abstención entre dos programas de gobierno o entre dos
líderes puede justificarse desde una tercera posición programática o una
tercera candidatura. Pero la abstención ante un tema que afecta a la unidad
nacional, es decir, a la supervivencia de España, es una forma de consentimiento
tácito a la desintegración del Estado. Supone, además, el olvido de los
intereses inmediatos de la clase obrera residente en Cataluña, procedente de
todas las regiones de España, y el intento de desviar las preocupaciones de un
electorado que pasa por tiempos difíciles hacia un artificioso federalismo que,
en vez de unir a lo que estaba separado, toma el camino de dividir lo que está
unido con una hipótesis problemática indefinida.
El alma del
partido socialista está partida. Solo queda P.S., sin obrerismo ni españolismo.
Un espantajo ideológico que fluctúa en tierra de nadie, tan lejos del
patriotismo internacional del proletariado como del patriotismo ancestral de
los españoles, tratando de acomodarse a las tendencias centrífugas del patrioterismo
de terruño propio de separatistas y terratenientes. Hace bien poco, el PSOE
tenía presidentes de su color en Cataluña y el País Vasco que, aunque producto
de pactos dudosos, daban una imagen más importante y consecuente que la que
pueden dar como complementos residuales de los nacionalismos. Pero el
"progretariado" tiene esas contradicciones traicioneras: entremezclarse con los
pequeños objetivos de los burgueses egoístas y olvidar los grandes problemas de
los trabajadores y la estabilidad institucional de una España europea. De
aquella vieja polémica entre europeización y casticismo, ellos han preferido el
casticismo localista que les permita jugar en la cantera local sin la O ni la
E. Al nivel pintoresco de los equipos de boina y barretina.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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