El Rey Don
Juan Carlos, que pienso que se encuentra en un buen momento
de forma física y moral tras haber atravesado un bache importante, está
adquiriendo un renovado protagonismo, precisamente cuando la situación
política pasa por un momento de preocupante atonía. No se trata
solamente de la utilización -al fin- de Internet, a través de la web de
la Casa del Rey, para difundir un mensaje muy medido del Jefe del
Estado, que pienso que algunos han querido malinterpretar; es, también,
que el Monarca está apareciendo con frecuencia creciente en actos
públicos, reuniones y entrevistas en los que hace algunos meses prefería
no dejarse ver.
Que el próximo martes el Rey acuda a Barcelona,
para, aprovechando la entrega de unos premios periodísticos,
fotografiarse junto a
Artur Mas -y, se supone, tener la oportunidad de
hablar con él un buen rato- me parece, por ejemplo, un dato relevante.
Máxime cuando, este jueves, el presidente de la Generalitat catalana va a
mantener un encuentro con Rajoy en La Moncloa, una reunión que desde
ambas partes se califica como 'de indudable importancia' y, también
desde los dos lados, se prevé como potencialmente conflictiva a cuenta
de la pretensión de Mas de imponer el pacto fiscal para Cataluña.
Debo
decir que me parece un acierto este creciente papel protagónico del Rey
en los acontecimientos del país: desde su presencia, acompañado de la
Reina, en el domicilio de Santiago Carrillo -al fin y al cabo, Don Juan
Carlos es ahora el único superviviente de la transición que ejerce un
papel importante en la vida política actual-, hasta su irrupción en
todas las portadas con motivo de la apertura del año judicial. Me dirá
usted que eso lo hace todos los años, y tendrá usted razón; pero lo
cierto es que algunos rumores iban apartando crecientemente al Monarca
de la vida pública y de los actos protocolarios, casi como si fuese el
largo adiós para una abdicación, y me consta que ha habido una reacción
en contrario en ámbitos de La Zarzuela.
Yo mismo me he decantado
alguna vez por la idea de una abdicación lenta y progresiva a favor de
la figura del
Príncipe Felipe, el futuro
Felipe VI. Pero, en estos
momentos de zozobra y de nacional-pesimismo, cuando empiezan a faltar
algunas de las figuras que nos entroncaban con la Historia, me parece
que Don Juan Carlos, que ciertamente ha perdido algo de su
intangibilidad merced a algunos errores, sigue siendo un referente y
manteniendo mucho de su prestigio; más, en todo caso, que una clase
política que, lo cantan las encuestas, no tiene eco en la ciudadanía. El
Jefe del Estado tiene, así, que rendir un penúltimo servicio a los
españoles en momentos de riesgo de disgregación territorial y de falta
de conciencia de Estado entre los ciudadanos. Creo, en suma, que los
nuevos responsables de la marcha de La Zarzuela aciertan en la nueva
dinámica. Porque de eso se trataba: de imprimir una nueva dinámica a esa
Casa, que sigue siendo clave, quizá la clave.
-
Lea el blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'