Bueno, pues ya estamos nuevamente en precampaña electoral,
aunque las elecciones que vienen sean en dos autonomías -quizá en tres,
si
Artur Mas anticipa las catalanas-y aunque no se vayan a producir hasta
la tercera semana de octubre. Pero no importa: todo, todo, se aprovecha en este
pistoletazo electoral anticipado: nada gusta más a nuestros políticos que una
buena, larga, dura, bronca, campaña.
Ya hemos empezado:
Rajoy diciendo, desde 'su'
Pontevedra, donde no se puede permitir el lujo de perder un solo voto, que si
ha tenido que subir el IVA (un poco por la espalda, dicho sea de paso) ha sido
porque no le ha quedado otro remedio, que no, naturalmente, por gusto. Y
Rubalcaba, que sabe que, si hubiese estado él en el poder, hubiese tenido que subir
el impuesto igualmente, asegurando que, para muchos españoles, ya ha llegado el
duro invierno, aunque aún ni siquiera estemos iniciando el otoño. Tampoco
Rubalcaba, aunque no es gallego, se puede permitir una derrota en Galicia, y
allí estaba este sábado, apoyando a su candidato,
Pachi Vázquez.
Personalmente, lo que a mí me preocupa es la repercusión que
estas elecciones tendrán en el proceso del desarrollo del estado autonómico. Más
repercusión -aún-- en todo el conjunto de la política española que los
efectos de la subida del IVA, o los de la creación del 'banco malo'.
O lo que pueda resultar finalmente de las decisiones del Banco Central Europeo
respecto de España. Y es que detecto enorme inquietud en sectores gubernamentales,
de la oposición y en algunas instituciones y colectivos, por lo que pueda pasar
en el País Vasco -los pronósticos acerca de quiénes ganarán las
elecciones no son, desde mi punto de vista, buenos--, por la deriva que están
tomando las cosas en Cataluña, por mucho que no falte quien considere que la
petición de 'rescate' al Estado calmará algunos ímpetus
soberanistas...y tampoco hay tranquilidad, por cierto, sobre los resultados
de las elecciones gallegas. Porque ya digo: para Rajoy y para Rubalcaba,
Galicia es casi como un símbolo, las elecciones allí son casi unas primarias. Y
eso que Rubalcaba, sospecho, tiene su futuro político personal más controlado
que Rajoy; ya hablaremos de ello.
Da la impresión de que, si había alguna posibilidad de un
acuerdo público y anunciado para la gran reforma política pendiente entre las
dos grandes formaciones nacionales, se ha frustrado por la convocatoria de las
elecciones vascas y gallegas. Otro compás de espera. Otra vez más de lo mismo
en cuanto a ataques de sal gorda, descalificaciones sin sentido, acusaciones de
'y tú, más' y afirmaciones mendaces. Nada que ver con lo que
convendría ante una Europa y unos mercados que nos miran con ansiedad,
inquietud y no demasiada buena voluntad. Pero qué quiere usted: así es España.
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