Resistir hasta la asfixia
miércoles 29 de agosto de 2012, 17:16h
Si algo se repite en la gestión de Mariano
Rajoy al frente del Gobierno son sus maniobras de dilación ante
decisiones que afectan al bien común para no dañar las expectativas
electorales de su partido, el PP.
Comenzó su andadura retrasando injustificadamente la aprobación de
los presupuestos generales del Estado para que los durísimos recortes
en el gasto no perjudicaran las aspiraciones de Javier Arenas en
Andalucía. Arenas, aunque gano las elecciones, perdió, y los presupuestos
nacieron muertos porque los recortes previstos se quedaron cortos ante
el deterioro de la situación económica.
De nada sirvieron las presiones de los dirigentes europeos, que
contemplaban estupefactos cómo se posponían las cuentas del Estado ante
un interés partidista cuando ya estábamos al borde de la hecatombe. Rajoy es un hombre tranquilo, tiene cierta tendencia a dejar que
los problemas se solucionen por sí solos, a no tomar decisiones en
caliente, a dejar enfriar el debate.
Posiblemente en otras circunstancias políticas esa falta de
vehemencia hubiera sido una virtud en un país tan pasional. Ahora su
indecisión, o su calculada dilación para proteger intereses de sus
siglas, puede provocar un futuro no frío, helador.
Dado que la petición del segundo rescate puede ser un misil en la
línea de flotación de su apoyo electoral ha obligado al presidente
gallego, Alberto Núñez Feijóo, a adelantar los comicios al 21 de
octubre. Con la esperanza de que para esa fecha todavía no se haya
producido la temida intervención.
Es posible que a Feijóo le pase lo que a Arenas. Pero, mientras
tanto, los impagos de la administración a colegios concertados, centros
de atención a mujeres maltratadas, farmacias, laboratorios que
suministran material quirúrgico a hospitales, etc. van a seguir. Si los fondos europeos se necesitan, salvo que se quiera obligar a
cerrar mas empresas de las que hasta ahora han fenecido por los impagos
de los ayuntamientos, pídanse. Hágalo ya Sr. Rajoy, que ni los europeos van a tragar con sus
condiciones de "sí, pero no", ni los españoles se van a creer que
estamos solo "un poquitito intervenidos".
Si hasta Artur Mas se ha comido el orgullo y ha reconocido que
necesita ayuda de Madrid porque le devoran las deudas. Eso sí, echando
la culpa de su penosa situación financiera al resto de los españoles y
advirtiendo que no tolerara injerencias políticas; como si al firmar una hipoteca no hubiera que tragar con las condiciones del banco.
Aquí vamos de hidalgos, arruinados, pero con honra. Los
pragmáticos europeos del norte contemplan con estupor como se pierde el
tiempo para que no se note que somos pobres, rematadamente pobres.
Todavía el ministro De Guindos sigue consolando al personal
diciendo que solo se van a "coger" sesenta mil millones de euros del
primer rescate, el bancario, que aun no ha llegado. Cual si fuera de
vital importancia ante tan descomunal préstamo un millón arriba o abajo. Déjense de proteger intereses partidistas y tomen decisiones
eficaces para sacar este país de la crisis como habían prometido en
campaña electoral, aunque ahora ya no se acuerden.