La fortuna de Amancio Ortega
miércoles 08 de agosto de 2012, 16:31h
¿Qué puede hacer un hombre con 38.000
millones de euros? Nada, excepto amasar una suma aún mayor si cabe. Pero
incluso en este caso, la imposibilidad de hacer cosa alguna con ese
dinero se acrecería. Puede que Amancio Ortega, el dueño de Inditex y de
esa colosal fortuna, la tercera del mundo, no tenga la menor intención
de gastárselo en nada, que tampoco podría, y que lo que le anima sea, o
bien el acopio por el acopio, la acumulación por la acumulación, o bien
una rara mística dineraria, como de desprendimiento inverso. En todo
caso, a uno le da un poco de lástima Amancio Ortega, pues siendo una
verdad irrefutable que lo que no se da, se pierde, el empresario gallego
es la tercera persona que más pierde del mundo.
No será uno el que discuta a nadie el derecho a prosperar y a
enriquecerse, bien que sólo en el caso de lograrlo honradamente con el
trabajo y el esfuerzo, y no sirlando al prójimo, origen de tantas
fortunas, de tantos títulos y aun de tantas naciones. El caso de Amancio
Ortega, que edificó su imperio comercial mediante la admirable
ocurrencia de fabricar y vender una ropa menos fea y menos cara que la
que se hacía en España hace unas décadas, parece corresponderse, en
efecto, con un tipo de enriquecimiento no reprobable, pero ahora, cuando
ya está más que suficientemente forrado, tanto que podría vivir 38.000
vidas siendo millonario en todas ellas, se halla ante un atroz dilema:
¿qué hacer con eso? No es fácil.
Hace unos meses, podía haberse acercado por Bankia a comprar
Participaciones Preferentes, lo que le habría aligerado notablemente la
cartera, aunque por su perfil de gran entendido en finanzas no se las
habrían querido colocar por nada del mundo, que ese tósigo era sólo para
los humildes ahorradores profanos en la materia.
Ahora bien; si Amancio Ortega quisiera encontrarle una utilidad a
su dinero, incluso una utilidad egoísta, en éstos tiempos de hambre y
miseria, podría reparar en otra verdad sencilla, emparentada con la que
mencioné antes: el que más da, más tiene. Mataría dos pájaros de un
tiro: tendría más, y más, y más, a medida que fuera repartiendo,
compartiendo, lo que tiene.