La vergüenza/tragedia de Siria
lunes 30 de julio de 2012, 09:39h
Los que no tienen hambre, los que despilfarran, los que deciden cómo se
producen y se reparten los alimentos nunca acabarán con el hambre en el mundo
porque no les interesa. Los que viven del conflicto, los que fabrican armas
para venderlas, nunca acabarán con las guerras que les hacen más ricos y más
poderosos. "Los ricos y poderosos nunca aceptarán las reglas de mercado para
ellos mismos de forma total porque, en
todo esto, el mayor interés consiste en minar la idea de solidaridad", dice Noam
Chomsky.
Siria se desangra bajo la dictadura del dirigente que está ordenando
asesinar a los suyos, absolutamente indefensos, y Occidente no actúa. Las
tropas del dictador están disparando sobre los niños a menos de un metro y
Occidente, la civilización democrática, se esconde entre palabras que no sirven
para nada. Miles de ciudadanos sirios inocentes -18.000 al menos desde el
inicio de las revueltas en marzo de 2011- han caído bajo las balas de un
dictador sanguinario y los países libres, la ONU, la OTAN, la Unión Europea,
los gobiernos de todo el mundo no hacen nada. Siria no es Irak ni Libia ni la
antigua Yugoslavia. Siria es simplemente un holocausto consentido por los civilizados
gobernantes de todos los países democráticos, con el silencio culpable de los
intelectuales de verdad y los de ocasión, sin que haya protestas en la calle ni
ante las embajadas del Reino de Siria, sin que nadie mueva un dedo por las
víctimas. ¿Nadie siente vergüenza?
El desinterés real de unos países, las declaraciones vacías de contenido
de otros, el veto de algunos, como Rusia, para que nadie ponga fin a la matanza
son cómplices de las muertes de inocentes que se producen cada día en Siria. Las
atrocidades que se cuentan en los periódicos y que vemos en la televisión, la
desigual batalla entre las bombas y los tanques de Bachar el Assad y las
de quienes le combaten, sin que nadie ponga fin a esta matanza, dicen mucho de
lo que es hoy la comunidad internacional, asentada sobre la injusticia en este
y en otros muchos territorios. No solo se permite que millones de hombres
mujeres y niños mueran cada día de hambre, también tolera que sean asesinados
sin defensa posible.
Esta crisis profunda que afecta a Europa y a Estados Unidos -donde a
pesar de todo aún se vive infinitamente mejor que en la mayor parte de los
lugares del mundo que "no padecen" esta amenaza y tenemos derechos que otros ni
imaginan- no es sólo una crisis económica, lo es mucho más de valores. Por eso
vuelve a tener razón Chomsky cuando añade que "la preocupación por el otro es hoy la más profunda y
revolucionaria idea". Y, sin duda, seguramente la menos practicada por los
poderosos. En Siria, sin duda, pero también en muchos lugares más cercanos a
nosotros.