martes 24 de julio de 2012, 17:14h
Me contó una vez Fernando Argenta, músico,
periodista, mítico director y presentador de "Clásicos Populares" y a su
vez hijo de afamado director de orquesta, que la primera vez que cogió
una batuta para situarse en el atril y dirigir la partitura notó algo
raro porque los músicos se iban parando como uno de aquellos discos que
perdían revoluciones en un plato de los antiguos tocadiscos. El problema
era que Argenta estaba disfrutando de la música como oyente y no
trabajándola como un director que debe estar algunos compases adelantado
para que no ocurra que la orquesta muera víctima de un ataque de
pereza.
El verano es muy dado a actuaciones de orquesta en las fiestas de
pueblo, y mucho más ahora con la crisis porque se tiende a gastar poco y
a clonar canciones a ritmo de chunda-chunda. La orquesta de Moncloa
pierde revoluciones porque su director está más preocupado por el
presente que por lo que tiene por delante, y le puede pasar a Mariano
Rajoy lo que le ocurrió a Fernando Argenta. La diferencia es que Argenta
había pasado muchos años en el conservatorio y supo levantar a la
orquesta, y Rajoy en pocos meses se ha comido la credibilidad que
Zapatero tardó dos años en engullir a base de "pastillas para no sentir"
como canta Sabina.
Y cuándo uno no es capaz de dirigir la orquesta sucede que otros
se hacen con la batuta y ahí está el primer violín del Gobierno que es
Gallardón al que no le amargaría encabezar un Gobierno de parche y
remiendo con apoyos del PSOE para asuntos puntuales, de nuevo Rubalcaba
al quite. En verano además de tiempo para orquestas también lo hay para
cenas y parece que en Madrid se prolongan más de la cuenta porque los
"músicos" del Gobierno andan descontentos y algunos se ven en paro
inminente. Para hacerse Gallardón con el mando sólo sería cuestión de
que Rajoy renunciara y que el PP presentara a otro candidato alternativo
(algo que se le propuso en su día al PSOE en la última época del
cuestionado Felipe González). Gallardón se mueve muy bien en Madrid
dónde ha sido senador, presidente autonómico, alcalde y ahora ministro.
Le gusta pastelear llegado el caso, solo hace falta recordar que cuándo
Aznar estuvo dos meses largos sin poder formar gobierno, en el 96, un
semanario le dedicó una portada de presidente que no se encargó de
desmentir ni mucho menos. Él siempre ha estado ahí y lo demostró aquella
tarde/noche en la que bajó en ascensor desde la séptima planta de
Génova con Esperanza Aguirre a la que le dijo que se iba porque Rajoy no
había contado con él para las listas. No era cierto, no se marchaba,
tan sólo se trataba de otra maniobra de imagen.