La solución no es Rubalcaba
miércoles 18 de julio de 2012, 23:40h
Parece evidente que nos dirigimos de cabeza a una situación
similar a Grecia. Los españoles, que tan sólo hace siete meses dimos al PP una
mayoría absoluta sin precedentes, estaríamos ahora dispuestos a lo que sea para
que Rajoy no siga gobernando. Parece claro que aquel voto de finales de noviembre
era un voto de castigo al inútil de Zapatero y una especie de cheque en blanco a
Rajoy para ver si era capaz de sacarnos del inmenso embrollo y del pozo en el
que nos había metido el descoque despilfarrador del salvador de las
civilizaciones. Todos sabíamos que cualquier medida que adoptara el nuevo
Gobierno iba a ser dura, muy dura. Y comenzaron los recortes, primero con la
reforma laboral, después con subidas del IRPF y del IVA, seguidamente con la
congelación de salarios y pensiones, ahora con el hachazo a los funcionarios y
las nuevas subidas de impuestos. Mientras las medidas de ajuste no nos tocaran
directamente el bolsillo y nuestros derechos adquiridos en tiempos de bonanza,
no había problema. Todos estábamos de acuerdo con que nos habíamos pasado siete
pueblos y ahora tocaba ajustarse el cinturón. Pero cuando han llegado esos
ajustes, todos miramos al de al lado a ver si su cinturón está tan apretado
como el nuestro.
Pero han pasado siete meses y la situación no sólo no ha
mejorado, sino que se ha complicado de tal manera que, en estos
momentos, nadie
da un duro por España que se encuentra sumida en una bancarrota de
difícil o
imposible solución. La esperanza puesta en Rajoy se ha disuelto como un
azucarillo en agua caliente. El PP no ha conseguido, ni tan si quiera,
insuflar algo de esperanza
a los españolitos de a pie para poner un fecha en el calendario que nos
marque
ese fondo del pozo y el inicio de la salida del túnel. Al contrario, los
mercados de la especulación han visto que España es una víctima
propiciatoria
fácil de atacar para sacar provecho de ella a corto y medio plazo. Y se
han
lanzado al ataque para hundirnos en la más absoluta miseria.
Si en estos momentos se celebrasen elecciones anticipadas en
España, ocurriría algo similar a lo sucedido en Grecia. Ningún partido sacaría
los suficientes votos como para poder gobernar y nos sumiríamos en un caos
político que acabaría con la intervención, no simulada como ahora, sino real,
de la Unión Europea. Parece que casi todos estamos de acuerdo con que Rajoy no
es la solución como tampoco lo es Rubalcaba ni Cayo Lara ni Rosa Díez ¿Dónde está entonces la clave?
Caben dos posibilidades: o nos buscamos un nuevo sistema político y una nueva
estructura administrativa más controlable y barata (acabando con el actual Estado de las
autonomías) o buscamos un pacto de Estado entre todas las fuerzas políticas,
sindicales y económicas, similar a aquellos pactos de la Moncloa, que busquen
una meta por encima de los partidismos y los intereses particulares.
Tanto en un caso como en otro, todos debemos de ser
conscientes de que algo tiene que cambiar. Que tendremos que renunciar a muchos
de los derechos adquiridos por las sociedades desarrolladas y trabajar duro por
cumplir muchos de los deberes olvidados sin recibir nada a cambio. Y en ello
debemos de estar todos, desde los todopoderosos banqueros hasta los parados,
desde los políticos a los funcionarios, desde los empresarios a los
trabajadores. Cada uno en su justa medida. Vayámonos poniendo las pilas porque me da a mí que no nos quedan
muchas otras salidas.
P.D.-Dicen las
encuestas oficialistas que el PSOE ganaría en estos momentos las elecciones andaluzas dos puntos por
encima del PP. Después del 25-M nadie se fía de las encuestas, pero es el primer aviso
de lo que muchos pensamos que tiene previsto hacer Griñán a la primera de cambio
para deshacerse de su incómodo socio de Gobierno. Con tres sondeos de este
cariz, el presidente andaluz disolverá el Parlamento y convocará nuevos
comicios. Acuérdense de la fecha, otoño de 2013.