miércoles 18 de julio de 2012, 16:27h
Mientras Artur Mas incita a las Comunidades
Autónomas a la "rebelión" contra las últimas medidas adoptadas por el
Gobierno, Mariano Rajoy afirmaba en la sesión de control del Congreso
que ha tenido que elegir "entre un mal y un mal peor".
Lo cierto es que las medidas del Gobierno están provocando una
auténtica rebelión en la calle y no hay colectivo social que no esté
diciendo que ese no es el camino.
Lo peor que puede hacer un gobernante es empecinarse en ir en una
dirección por la que no quieren ir sus conciudadanos, de manera que
Mariano Rajoy por más que crea que no hay opción debería empezar a
buscar otras salidas porque su elección entre "un mal y un mal peor" no
es asumido por los ciudadanos.
Ya he escrito en otras ocasiones que no hay una sola solución para
la crisis. No porque lo diga yo, sino porque lo dicen economistas de
todos los pelajes incluidos varios Premios Nobel. Así que en realidad
Rajoy no es que haya elegido entre "un mal y un mal peor" sino que ha
elegido la senda que le ha marcado Alemania que al fin y al cabo es
quien manda en la UE.
No hay que ser un observador demasiado avezado para darse cuenta
de que el Presidente y sus ministros se sienten acorralados. Rajoy ha
envejecido en estos meses que lleva desempeñando el cargo de Presidente,
y los ministros De Guindos y Montoro lo mismo. Lo peor para ellos es
que seguramente se sienten incomprendidos porque sinceramente creen que
están eligiendo entre "un mal y un mal peor".
Por más que mantienen el tipo en los debates parlamentarios y en
la sesión de control al Gobienro, su problema no está en el hemiciclo
sino en la calle y ahí les duele.
A mí me parece que lo que les está pasando es algo muy común, es
algo que nos pasa a todos cuando tenemos un problema y solo vemos una
salida y somos incapaces de ver que puede haber otras más.
Mariano Rajoy ha decidido no salirse del carril de la ortodoxia
alemana y yendo por ese carril no solo va a terminar despeñándose
políticamente sino que tiene que ponerse frente a una sociedad que no le
quiere seguir. Y ese es el meollo de la cuestión.
El Presidente puede consolarse pensando en que la sociedad no le
comprende, como si los ciudadanos fuéramos niños inconscientes, pero si
lo hace se equivocará.
Dice el refrán que rectificar es de sabios y me parece a mí que el
Presidente aún tiene margen de maniobra para intentar buscar una salida
a la crisis por la que le quiera acompañar el grueso de la sociedad.