El Gobierno insiste en justificar todo por el "futuro de España"
sábado 14 de julio de 2012, 10:23h
Nos quieren salvar a base de impuestos y golpes, como si la vieja frase
de que la letra, con sangre entra, fuera la justificación de un fracaso
consumado en apenas seis meses. Si todo es distinto de lo esperado, si
la equivocación sobre lo que había que hacer es tan grande, lo
democrático, lo honesto, es consultar a los españoles para que decidan
sobre su destino. Lo del sacrificio en bien de todos suena a franquismo.
Con machacona insistencia todos los miembros del Gobierno y la
secretaria general del partido defienden que las medidas de ajuste
anunciadas, con su batería de impuestos al frente, son las única salida
para nuestro país. Que o eso - la contrarevolución que se han impuesto a
sí mismos y a todos los españoles- o el caos. Da lo mismo que hable
Mariano Rajoy, que lo haga Sáenz de Santamaría, Guindos o Montoro: no se
puede hacer otra cosa, estamos obligados a hacer lo que ya estamos
haciendo, y un mucho más que vendrá en los próximos meses con
cuentagotas y a traición como ha pasado con la subida del IVA a los
autónomos. Con un cierre de slogan tan poco democrático como el que
sigue: los españoles no tenemos libertad para elegir, que podría
continuar con la frase que Lenin le dijo a Fernando de los Rios:
"libertad, para qué". Tal vez para pensar, para decidir soberanamente,
para exigir el cumplimiento del contrato electoral de hace seis meses,
para encontrar otras soluciones, otros caminos, incluso para aceptar que
no hay otra salida. Pero libertad como la gran enseña, la gran bandera
de la sociedad occidental y democrática, construida sobre veinte siglos
de historia y unos cuantos más de noticias de la humanidad
El Gobierno se ha propuesto salvarnos a golpes, cada vez más duros y más
sorprendentes. Y lo que es peor, lo hace no como el "dueño por
poderes" de esta finca llamada España, lo hace como el capataz de un
triunvirato que se benefició de nuestro crecimiento de la década pasada,
cuando crecíamos al 4 por ciento mientras que Alemania lo hacía al uno y
por eso podíamos comprar sus productos, por un lado, y sus bancos nos
prestaban el dinero pues obtenían mejor rentabilidad que en su país, y
sin que nadie le pida cuentas por ello, ni les exija a sus entidades
financieras que paguen la parte correspondiente de lo que llaman la
"fiesta del mediterráneo". Y lo evitan, además, por el estrangulamiento
que han hecho sobre nuestra economía, nuestros bancos y nuestras
empresas de cara a captar miles de millones de dinero cobarde y nada
solidario.
No es lo que querían hacer, no es lo que plantearon hacer, no es en lo
que creen, no es lo que les gusta... pero se sacrifican por nosotros.
Son frases, son palabras que resuenan en mis oídos con la música de la
vieja dictadura franquista. Los distintos equipos del general, desde que
terminara la guerra civil hasta su muerte en 1975 siempre se estaban
sacrificando por España y los españoles. A los de hoy nadie les ha
pedido que se sacrifiquen por el resto de ciudadanos, lo que les
pidieron los que les votaron hasta la mayoría absoluta, y luego el
resto, es que cumplieran con lo prometido, con el contrato que
suscribieron de forma pública y reiterada, y que si no pueden hacerlo
que dejen paso a otros. En Portugal y en Grecia ha habido elecciones que
no tocaban para que portugueses y griegos tuvieran la oportunidad de
volver a elegir sabiendo lo que se les ofrecía y a cambio de qué. En
Italia, con un Berlusconi sobrepasado por todos los ángulos, se llegó al
pacto de elegir un técnico de consenso para que realizara los cambios
que la clase política no sabía o no quería hacer. Aquí, con mayorías
absolutas en la nación, en la mayoría de las autonomías y municipios,
con un poder democrático y electoral como no ha habido antes, el
gobierno de Mariano Rajoy y la oposición de Alfredo Pérez Rubalcaba,
Cayo Lara, Artur Mas e Iñigo Urkullu deberían tener la decencia de hacer
lo mismo.
Si todo ha cambiado y no se supo ver, si la "herencia recibida" es peor
de lo esperado, si los mercados siguen por sus fueros y no valoran el
cambio de color político en la gobernanza de nuestro país, si el euro
está peor que nunca y Europa va dando tumbos estrellando contra sus
viejas paredes a los más débiles, lo que deben hacer los que salieron
electos es pedir perdón a los ciudadanos por equivocarse tanto,
ofrecerles un nuevo contrato de gestión y dejar que sean las urnas las
que decidan.