El mayor problema es el tiempo perdido
viernes 13 de julio de 2012, 08:07h
No hace falta esperar a los
resultados del próximo Consejo de Ministros: ya sabemos que las medidas
anunciadas por Mariano Rajoy en la sesión parlamentaria del pasado miércoles
significan apurar hasta el fondo el trago amargo. Algunos hablan de un cambio
de fase en la legislatura de Rajoy y otros especulan sobre si Rajoy logrará
superar esta nueva etapa de su mandato gubernamental.
El Presidente de Gobierno ha tenido
que ir desprendiéndose de pedazos enteros de su programa electoral hasta tener
que olvidarse de sus fundamentos esenciales. Ya no se trata de píldora tras
píldora, como dijo una estimable colega, ahora lo que se presenta es la
necesidad de tragar por completo el vaso de hieles. Y todo para evitar un
rescate nacional del tipo de Grecia, Irlanda o Portugal.
Pues bien, si miramos las cosas en
frio, lo cierto es que el mayor problema nos lo hemos creado nosotros mismos:
hemos derrochado un tiempo precioso. Primero fue el triunfalismo incapaz de
Zapatero, del que no se despertó hasta que un 10 de mayo las autoridades
comunitarias le llamaron al orden, pese a lo cual estuvo haciéndose el remolón
para avanzar en las políticas amargas hasta el final de su legislatura. Después
ha sido el optimismo politizado del PP, que creyó que sustituyendo al Gobierno
del PSOE todo iba a cambiar. Y últimamente la resistencia orgullosa a pedir los
apoyos financieros necesarios, aunque ello nos trajera mas complicaciones.
Pues bien, resulta que cada mes que
ha ido pasando la carga de problemas ha ido aumentando, así como la gravedad de
las medidas para enfrentarlos. Si Zapatero hubiera usado los dos años últimos
de su mandato para tomar las medidas ingratas, la pesada herencia recibida por
Rajoy sería mucho menor. Y si el Presidente de Gobierno hubiera aceptado de
inmediato que la solución no estaba en ir adoptando poco a poco medidas
indeseables, hoy no estaríamos con el fantasma de la intervención sobrevolando
el país.
Ahora bien, ¿quiere decir todo lo anterior
que los responsables únicos de esta pérdida de tiempo son los gobiernos o la
clase política, como dicen algunos? Desde luego que no. Esa es la
interpretación facilona de quienes no tienen responsabilidad importante en el
gobierno (o incluso en la oposición), incluyendo a los fantásticos indignados.
Los gobiernos se han movido también por el tremendo rechazo que han percibido
en la gente a la eventualidad de tener que pasar la página del anterior crecimiento
y el bienestar. Todavía hoy hay en España extensos sectores que siguen con la
loca idea de que los derechos adquiridos en empleo y bienestar social ya están
adquiridos en bronce y no se pueden revertir. Es cierto que hay también un
extenso sector de la ciudadanía que está dispuesta a apretar los dientes y
seguir adelante, siempre en la perspectiva de la recuperación. Pero creo que
hay suficiente gente afincada en la tesis de "ni un paso atrás", como para que
la cosa supere las palabras (véase la llegada de la marcha minera a Madrid).
Insisto, si se analizan fríamente los
últimos cuatro años, el mayor problema es el tiempo perdido. Algo de lo que son
responsables los gobiernos y las fuerzas políticas, pero también la gran
mayoría del personal. Y una cosa más: el argumento de la diferencia de clases
en cuanto a cómo enfrentar la crisis es un argumento falaz. Claro que es cierto
que la crisis no la sufre ni de lejos igual un parado de Triana que un
ejecutivo bancario de Madrid. Pero eso no nos resuelve el problema, a menos que
estemos pensando que la solución de la crisis reside en la eliminación
revolucionaria de las diferencias de renta. Es decir, tenemos que remontar la
crisis todos juntos pese a las diferencias sociales. Porque una cosa es hacer
esfuerzos para lograr una mayor protección social de los sectores más
vulnerables, tratando de que las diferencias sociales no aumenten
extraordinariamente, y otra muy diferente es usar el igualitarismo demagógico
para enfrentar la crisis. Este discurso manido sólo contribuye a que
continuemos perdiendo tiempo.