Se están poniendo muy, pero que muy nerviosos
martes 26 de junio de 2012, 07:43h
Increible. El maestro del disfraz, el maquiavelo
andaluz, el "rasputín" de Chaves, el hombre que manejaba en la sombra
hasta hace tres años todo cuanto se movía al sur de Despeñaperros, el artífice
de la política socialista en Andalucía desde la época de José Rodríguez de
la Borbolla, el político bajito cuya sombra desde Madrid era tan alargada
que cubría la casi totalidad del territorio andaluz, comienza a perder los
papeles. Uno conoce a Gaspar Zarrías Arévalo desde mediados de
los años 80 del pasado siglo cuando era secretario de Organización del PSOE-A y
consejero de Presidencia. Desde entonces este político cazalillero ha sido el
"terror" de todos aquellos que, desde dentro o fuera del partido,
intentaban socavar el poder establecido, ya fuese de Borbolla o de Manuel
Chaves. No sólo era temido en el seno del PSOE andaluz, sino también en
sectores empresariales, económicos, sindicales y practicamente en todo el
entramado social de Andalucía. Su poder llegó a ser omnímodo y sus tentáculos
llegaban a controlar desde alcaldías a consejos de administración tanto de las
cajas de ahorro como de empresas públicas y privadas. Nada se le escapaba a
este Gran Hermano que a modo orwelliano dominaba todos los resortes del poder
en la comunidad autónoma. Incluso un alto cargo del PP andaluz llegó a
confesarme en alguna ocasión que si quería saber de verdad lo que ocurría en su
pàrtido sólo tenía que sonsacárselo a Gaspar. "Lo malo del "albondiguilla"
-afirmaba- es que tiene espías hasta en la sopa". Si a todo ello unimos
los rumores que circulan por Andalucía sobre su "enorme" patrimonio
(algo que nadie ha podido demostrar nunca) en fincas, empresas de restauración,
inmuebles e inversiones, tenemos el retrato de un político que ha sabido
ganarse a pulso no sólo el respeto sino el miedo y el odio de compañeros y de
enemigos.
Pues bien, tras su forzada marcha a Madrid de la mano de su compadre Manuel
Chaves, Gaspar ha ido perdiendo poco a poco su poder en Andalucía. La
entrada de Pepe Griñán en la Secretaría General del partido y el
desalojo de buena parte de la "vieja guardia" de las ejecutivas
provinciales, han minado su todopoderosa mano. En estos momentos sólo controla
su provincia, Jaén, donde nada se mueve sin su consentimiento tácito. Griñán le
echó un pulso y, pese a perder el congreso federal, el presidente de la Junta
ha sabido ir arrinconando poco a poco en casi todas las provincias a los
sectores afines a Zarrías para colocar en su lugar a nuevas caras que no
comulgan con la política de control estalinista del ex secretario de Estado. El
pulso lo ha ganado de momento Griñán, y Zarrías parece decidido a retirarse a
sus cuarteles de verano de Ferraz desde donde, en su puesto como secretario de
Ciudades y Política Municipal, seguirá manejando algunos hilos que le permitan
mantenerse en la retaguardia en espera de mejores tiempos. En eso, de esperar
sentado hasta ver pasar el cadáver de su enemigo, Gaspar también es todo un
experto.
Con todo, lo que más me está llamando la atención estos días es la pérdida de
papeles de Gaspar con el turbio asunto de los EREs fraudulentos. Él, que
siempre ha medido sus palabras y ha lanzado aceradas y ácidas críticas contra
sus adversarios políticos, parece haber entrado en un bucle melancólico. A
Gaspar le ha entrado una obsesiva fijación con el diablo siendo, como es,
un ateo convencido. A mediados de marzo, en plena campaña electotal de las
elecciones andaluzas, dijo en Martos aquello de que las medidas de recorte
impuestas por Rajoy "parece que se las ha inspirado el demonio". Y
ahora, vuelve con Satanás cuando le preguntan por los EREs fraudulentos de la
Junta: "Si había que hablar con el diablo, ha dicho, se hablaba con el
diablo". Vamos que Gaspar, más que un diputado del PSOE parece el famoso
padre Damien Karras de "El exorcista". Mientras Pepe Griñán
dice a quien le quiera oir que está dispuesto a comparecer ante la Comisión
de Investigación parlamentaria de los EREs y Manuel Chaves guarda un
discreto silencio, Gaspar, fiel a su estilo utiliza el dicho de que la mejor
defensa es un buen ataque y no se priva de ser entrevistado en Canal Sur, la
cadena autonómica que hasta hace poco era exclusivamente "la suya",
para plantarle cara a una comisión con la que evidentemente no está de acuerdo.
Ya veremos qué ocurre cuando lo llamen a declarar sobre su relación con el ex
sindicalista de la UGT jiennense, Juan Lanzas, verdadero
"conseguidor" de EREs de la Junta, por los que cobraba la friolera de
600.000 euros.
Así las cosas y pese a que de la impresión de que la comisión puede convertirse
en una especie de "paripé" pactado entre los dos socios de Gobierno,
PSOE e IULV-CA, el mero hecho de que las comparecencias puedan ser
retransmitidas en directo ha puesto muy nerviosos a algunos consejeros
socialistas, sobre todo al de Justicia, Emilio de Llera, cuyas continuas
declaraciones sobre este turbio asunto de corrupción institucionalizada, que él
considera "un rollo" ponen de manifiesto el escaso talante
democrático de algunos políticos para los que el haber dilapidadp millones de
euros del erario público para pagarle la jubilación a amiguetes del partido es
solo eso: un rollo. Pues bien, los andaluces debemos estar hasta la coronilla
de ser engañados con estos "rollos", sobre todo si para hacerlos se
emplea el dinero de los parados. Que no cunda el nerviosismo que, como dice el
dicho castellano, "a todo cerdo le llega su san martín".