martes 19 de junio de 2012, 11:01h
Decía H.G. Wells,
el autor de La guerra de los mundos o La máquina del tiempo, que "la
crisis de hoy es el chiste del mañana", lo malo del asunto es que, como
sigamos a este rítmo, vamos (van) a quedar pocos para reirnos del chiste en el
que nos encontramos.Vamos, ni los leperos que para eso tienen guasa para dar y
regalar. Y es que como señalaba Daphne de Maurie, "a veces sucede
así en la vida: cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero el
que recibe la propina". Aquí y ahora somos muchos los caballos obreros que
estamos sufriendo la dichosa crisis y bastantes los cocheros políticos y
banqueros que se llevan la propina. Va siendo hora de que el reparto, tanto de
trabajo como de propinas, sea algo más equitativo y eso o lo conseguimos los
curritos de turno o no cambiará nunca. Convendría que lo tuviéramos en cuenta a
la hora de pedir responsabilidades y de acudir a las urnas.
Mientras tanto, españoles, italianos, portugueses y griegos seguimos teniendo
algo a lo que agarrarnos en este valle de lágrimas de la prima de riesgo y la
deuda..Los que los ingleses llaman los "pigs" (cerdos) de la economía
europea y responden a las siglas de los cuatro paises más endeudados (Portugal,
Italia o Irlanda, Grecia y Spain). estamos ya en los cuartos de final de la
Eurocopa de fútbol. Algo es algo. No está de más nunca una alegría después de
escuchar en las tertulias lo del rescate y el negro futuro que los mercados
ciernen sobre nuestra depauperada economía. A los muchachos de "la
roja" habría que hacerles un monumento si al final son capaces de
clasificarse y ganarle a la Alemania de Merkel. Sí, ya sabemos que eso no va a
significar nada para nuestra recuperación económica, pero al menos
disfrutaremos con el "pan y el circo" futbolero ya que no están las
cosas como para festejos desmedidos.
A la espera de repetir la hazaña de hace cuatro años en Austria y la de hace
dos en Sudáfrica, los españoles comenzamos a arremolinarnos ante el televisor
cerveza en mano y colocar banderas en los balcones reafirmando un nacionalismo
que es puesto en cuestión por algunos permanentemente y que solo sale a relucir
en estas señaladas ocasiones. Como ocurre en los asuntos económicos, también en
el depòrte proyectamos nuestras frustaciones y euforias. No es normal que miles
de parados, que no tienen un euro para mantener a sus familias, se lancen a la
calle bandera en mano y a grito pelado de "¡yo-so-y es-pa-ñol,
es-pa-ñol-es-pa-ñol! para celebrar un gol del "Niño Torres" o de
Jesús Navas. Claro que a falta de alegrías, buenas son estas noticias que nos
evaden de la cruda realidad diaria. Uno entiende que las dictaduras siempre
hayan echado mano de acontecimientos deportivos para contentar al personal. Era
lo que en tiempos de Franco llamaban los progres "el opio del
pueblo", pero descubre que de este opio se nutren también democracias
consolidadas como la americana, la inglesa, la francesa o la alemana. Y es que
a falta de pan buenas son tortas y estas tortas en forma de goles nos saben a
gloria bendita, anque sean pan para hoy y hambre para mañana.
Dicen los que saben de esto que "el fútbol es un juego de once contra once
en el que siempre ganan los alemanes". Bueno, pues parece que los
españoles estamos empeñados en hacerle la puñeta al sacro imperio germánico y a
su emperatriz Angela Merkel arrebatándoles una y otra vez la gloria
futbolística ya que nuestros dirigentes, sobre todo Mariano Rajoy, no son
capaces de plantarle cara a la froilen que nos amarga la existencia cada día
con sus exigencias de recortes sobre los recortes. Ya sé que no sirve para nada
ganar la Eurocopa pero me gustaría que se midieran Inglaterra con Portugal,
Grecia con Francia e Italia con Alemania y que a semifinales llegaran Portugal
y Grecia junto a España y Alemania. Sería el triunfo, pírrico, pero triunfo al
fin y al cabo, de los "pigs" contra los nuevos ricos, Y, claro, que
la final la jugáramos los españoles contra los alemanes y le ganáramos de
penalty en el último minuto, Sufrir, sufriríamos, pero disfrutarno te quiero ni
contar lo que disfrutariamos Y a la Merkel que le vayan dando por donde amargan
los pepinos. Que se lo merece, vaya que si se lo merece ¡A por ellos, oe!