jueves 07 de junio de 2012, 08:00h
Los abuelos, los socorridos abuelos,
vuelven a ser protagonistas.
En los dorados tiempos del pleno
empleo, se puso de moda el abuelo canguro. El marido trabajaba, la mujer también,
y los abuelos cuidaban de los nietos. Cuando los niños fueron al colegio, los
abuelos se encargaban de llevarlos y traerlos, porque no siempre los horarios
escolares coincidían con los laborales.
Llega la crisis, llega el paro, se
acaban las prestaciones, y los abuelos vuelven a ser imprescindibles. Sus ahorros sirven para tapar las deudas, y
al final, tienen que echar mano de sus pensiones.
El dato es terrorífico. Un total de
422.600 hogares españoles viven gracias a la pensión de los abuelos. Esta cifra
es para echarse a temblar, y para comprender la magnitud de la recesión que
tenemos encima. No es una exageración, son datos de 2011, procedentes del
Consejo Económico y Social y es previsible que vayan en aumento, es más, se
calcula que habría que sumar un 20 por ciento más.
El consumo está bajo mínimos. El 50 por
ciento de los hogares españoles viven peor que en 2008, por lo que han reducido
sus gastos en consumo en 3.600 euros anuales. Menos en educación, las familias
han aplazado todos los gastos que no consideran estrictamente imprescindibles,
coches, muebles, electrodomésticos, bares y restaurantes. Y ahora resulta que el
Gobierno estudia subir el IVA, por lo tanto, consumir será más caro aún.
Esta es la situación. Disminuyen los
consumidores y aumentan los consumidos. Que se lo digan a esos 400.000 hogares
de españoles que viven del único dinero que entra en sus casas, la pensión de
sus sacrificados abuelos.
Son los nuevos pensionistas, los pensionistas
del paro y de la miseria.