Un gobierno fuerte, en plena debilidad
miércoles 06 de junio de 2012, 08:50h
El gobierno de Mariano Rajoy se
encuentra en medio de una tremenda paradoja: nunca antes hubo un ejecutivo con tanto
poder institucional (central y autonómico), que resultara al mismo tiempo tan
débil ante la coyuntura económica y política. Eso es algo que le está costando
mucho asimilar y que todavía no encajan bien en Génova. Los miopes del aparato
popular seguirán reclamando que tienen derecho a seguir con las reformas como
les parezca, porque tienen la mayoría absoluta, independientemente de lo que
suceda con el navío del Estado.
¿Cuándo van a entender algunos en
Génova que tener mucho poder institucional no significa que puedan controlar la
realidad que vivimos? De hecho, no pueden controlar los parámetros impuestos
por Bruselas. Tampoco el descontrol interno del sistema financiero. Y desde
luego no pueden controlar la presión social. Rajoy acertaba plenamente cuando
dijo aquello de que no podían sacar solos al país de la crisis. ¿Qué debe
sucederle al Estado para que en el PP saquen todas las consecuencias de esa
idea?
Sin embargo, ahora se han sumado a esos
riesgos otros que emergen desde fuera del equipo de Rajoy. Unos aparecen por la
derecha y otros desde la oposición.
Como es sabido, Rajoy siempre ha
tenido un flanco derecho que le considera un líder débil. Eso se manifestó
ampliamente estando en la oposición aunque pareció desaparecer después del
notable éxito electoral del PP en los últimos comicios. Pero a la mínima
percepción de debilidad gubernamental frente a la coyuntura, parece que ese
sector de la derecha social y política regresa por sus fueros. Algunos de sus
ínclitos voceros -y algún que otro reproductor- han comenzado a plantear que si
España llega a ser intervenida o lo fuera su sistema financiero, Rajoy habría
agotado todo su capital político y debería renunciar. Ni más ni menos. Los
efectos de ello en nuestro sistema político y en las reglas del juego
democrático les traen al pairo.
Aunque haya sido pura coincidencia en
el tiempo, la confirmación del doble discurso del PSOE, que por un lado alude a
la necesidad de un pacto de Estado y por otro hace una oposición de tierra
arrasada (hoy martes escenificada en el Senado), tiende a incrementar el riesgo
de que, finalmente, el actual partido socialista acabe inclinándose por
aprovechar los ataques que sufre Rajoy desde la derecha y juegue a favor de la
idea irresponsable de la renuncia del Presidente de Gobierno. Ya nada puede
sorprenderme en esa mutación de la socialdemocracia que resulta hoy el PSOE. De
hecho, ya hemos visto cómo se le ha doblado el brazo a Rubalcaba dentro de su
partido en recientes oportunidades. Me gustaría saber qué actitud adoptaría el
PSOE si los ataques al Gobierno desde la derecha suben de tono.
Creo que la opinión pública debería
ser capaz de discernir claramente lo que nos estamos jugando en estas horas
críticas. La ruptura de las reglas del juego democrático, sobre todo respecto
de la autoridad legítimamente constituida, sólo contribuiría en España a
incrementar poderosamente el riesgo de la ingobernabilidad. En este país, un
gobierno tecnocrático tipo Italia o un despelote gubernamental tipo Grecia,
dejarían el terreno perfectamente preparado para la ruptura de los consensos
básicos de convivencia. Claro, a menos
que nos apuntemos al asambleismo sin destino que proponen algunos desde el
15-M. Por todo ello, parece necesario descalificar desde su origen esa idea
irresponsable de la renuncia del Presidente de Gobierno si algún sector de la
economía española llegara a necesitar del rescate externo. En realidad, esa idea
es un perfecto huevo de serpiente.