domingo 03 de junio de 2012, 12:03h
El
dinero tiene mucho miedo y muy poca paciencia, y, cuando puede, huye
de la quema. Su pánico es contagioso. Su pavor es destructivo.
Entre
enero y marzo
de este año salieron de España 97.000
millones de euros. Ese
dinero no pertenecía solamente a extranjeros que prefirieron
invertir en otro sitio más seguro. También existe una
importantísima cantidad de dinero español que se colocó en otros
lugares más seguros. En concreto, los capitales
extranjeros que se fueron
del país totalizaron 70.000
millones de euros, y cerca
de 40.000 millones de
capitales españoles se
trasladaron a otros sitios.
El mes de marzo fue el mes de las fugas, 66.000 millones de euros
salieron de España.
Analizando
crisis pasadas, no se recuerda en España tal volumen de salida de
dinero de nuestro país. Este dinero que se escapa es el que estaba
colocado en acciones en la bolsa española, en depósitos de bancos
de nuestro país, en títulos de deuda, en préstamos a empresas
españolas.
Esta
fuga de capitales, representa dos cosas: la primera, que los
inversores tienen menos confianza en la situación económica de
España, y la segunda que la economía española tiene más
dificultades para conseguir que desde fuera le presten dinero. Por
eso la prima de riesgo sube, por eso la bolsa baja, por eso los
bancos que parecen más sólidos, tienen problemas.
No
se puede controlar la fuga de capitales con llamadas al patriotismo,
porque el dinero no conoce otra patria que el dinero. Solamente se
puede detener la sangría, con un esfuerzo común, desde el primer
político hasta el ultimo ciudadano. A lo largo de su historia,
España ha sufrido vendavales parecidos y al final ha salido indemne.
Este dinero que huye, al final volverá, como vuelven las moscas al
panal de rica miel. Porque el dinero es así. es el primero en
abandonar el barco, pero también es el primero en subir a bordo,
cuando el barco supera el temporal.
Hay
que inyectarle al dinero una sobredosis de seguridad, y para ello,
este país, como un solo hombre, tiene que derrochar confianza, con
la misma alegría con que ha derrochado su riqueza.
Contra
el dinero cobarde, la valentía de seguir creyendo en el futuro de
España. La crisis será fuerte, pero España es mucha España.