Atrapados en sus propios mecates
miércoles 23 de mayo de 2012, 14:32h
Se han resistido tanto tiempo a
enfrentar lo inevitable, que ahora, cuando no tienen más remedio que hacerlo,
Gobierno del PP y oposición socialista se encuentran atrapados por sus propios
discursos, sus dinámicas partidarias confrontacionales, sus propias redes, sus
propios mecates. Ya han aceptado, aunque sea a regañadientes -porque la cultura
política española todavía sigue siendo a caraeperro- que hay que ponerse de
acuerdo en asuntos básicos para ver si es posible alcanzar un pacto de Estado
para enfrentar la crisis. Pero ahora tienen que hacer el esfuerzo de recoger
velas, tender puentes, envainar las espadas y hacer toda una serie de actos y
gestos que se les antojan incómodos.
La gente que llevamos pidiendo esta
dinámica de concertación hace dos años, tenemos el crédito para sostener que
todo hubiera sido más fácil si la necesidad de acometer un pacto de Estado se
hubiera aceptado mucho antes. Y el argumento de que todavía no era necesario,
que había que esperar un poco más, es simplemente una muestra de la miopía
política de nuestros representantes. ¿A que había que esperar, a que la prima
de riesgo superara los 500 puntos?
Bueno, ya han acordado verse el
próximo viernes. Algo es mejor que nada. Pero llegan todavía con más reservas
que un novillero primerizo. Peor aún, parece que han optado por un acercamiento
de generales mientras la tropa se sigue dando de balazos. Las acusaciones
mutuas de los respectivos aparatos se mantienen a la orden del día. Y con las
mismas municiones argumentales: que si el PP goza destruyendo el Estado de
Bienestar, que si los socialistas son pura irresponsabilidad y ligereza. Y con
los mismos objetivos: ojalá que esas acusaciones sean ciertas para ver si
logramos hundir al adversario.
Pues créanlo estimados aparatchikis,
hay cada día más gente que estamos hartos de que ustedes coloquen la pelea
partidaria por encima de los intereses de todos. Así que vamos a hacer coro
para animar a sus generales a que agarren el camino de la concertación. Ya
sabemos que tienen posiciones de partida distintas, pero también sabemos que
tienen algunos puntos en común: el rechazo a solicitar apoyo externo para
sanear la banca española, la urgencia de que el BCE opere para estabilizar los
mercados de deuda y algunos otros de igual calado. Es decir, tienen bastante de
que hablar, para, al menos, evitar malos entendidos y desde ahí empezar a
dibujar una estrategia básica conjunta.
En los procesos de resolución de
conflictos se comienza por examinar si existen intereses comunes en algún
grado. Algo que en este caso resulta
evidente. Y después se van dando pasos que hagan avanzar el proceso de
negociación. ¿Necesitan una bibliografía sobre cómo proceder para alcanzar un
acuerdo? ¿O tal vez algún buen mediador, reconocido internacionalmente?
En todo caso, quizás sea necesaria
una recomendación. Efectivamente es posible delimitar el acuerdo a una política
de Estado específica (estabilidad, crecimiento y empleo) y seguir polemizando
por un montón de otras cosas. Lo que no funciona bien es desdoblarse respecto a
la misma política que es objeto de concertación. Eso de aproximar posiciones
sobre la crisis económica a nivel de líderes, mientras los cuadros siguen
dándose de patadas por ese mismo asunto, no tienen buenas experiencias. A menos
que sea parte de la propia concertación. Lo cual no es otra cosa que un acuerdo
tanto sobre lo sustantivo, como sobre su puesta en escena. Eso podría usarse
frente a Bruselas.
Pero no nos adelantemos. Para llegar
a acuerdos tan sofisticados, es necesario primero estar de acuerdo en cosas
básicas y, sobre todo, estar dispuestos a ceder un poco para alcanzar
posiciones no tan polarizadas. Y para eso todavía falta un montón, además de
poner un cierto orden dentro de cada partido. Resulta imposible saber todavía
si los protagonistas serán capaces de desmontar sus propias trampas, de
desenredar sus propios mecates, para poder hablar con la flexibilidad que
requiere la delicada situación en que se encuentra el país. O, por el
contrario, los propios entrampamientos resultan tan poderosos que llegan a
impedir el avance del proceso de concertación. Veremos. Pero como no somos
indiferentes al respecto, sigamos haciendo coro a favor del acuerdo.