Telma Ortiz, en su cansina e incansable lucha por pasar desapercibida, sale hoy en la portada de Hola el día de su boda por la Iglesia. Vestida como una monja en día de faena y acompañada de sus muletas (casarse con la pata chula tiene que ser mal fario, fijo) la hermanísima tiene que estar fumando en cachimba ahora mismo: no invita a nadie para que nadie le haga fotos y le sale el tiro por la culata. Una lástima. La infanta Cristina no está para fiestas y la cara de sufrimiento de la duquesa en el funeral de su suegro es más que evidente. Del Rey y de los príncipes, ni rastro.
Si alguien soñaba con ver sufrir
a Urdangarín que compre hoy la prensa rosa y verá satisfecho su deseo. La cara
del duque de Palma caminando como si lo hiciera hacia el patíbulo demuestra que
no son buenas horas para el marido de la Infanta Cristina. Todas las revistas,
excepto Hola (cuya línea editorial continúa siendo emular en la vida real la
idílica vida de Dora la Exploradora) se hacen eco de los terribles momentos de
tristeza para la Infanta Cristina, marido e hijos. Y de la familia del finado,
por supuesto. No ha habido clemencia por parte del rey ni de los príncipes que
ni siquiera han hecho acto de presencia.
Pero no todo iban a ser malas
noticas en el entorno de los royal borbónicos. Telma, la hermanísima, la
intocable (o eso pretende ella) se ha casado a escondidas, con muletas y con un
espantoso traje más propio de una novicia que de una novia. La foto que saca en
portada Hola parece la de dos turistas en la acrópolis de Atenas. El novio,
Jaime del Burgo, con cara de satisfacción, suponemos que porque ya ha firmado
la carta/artículo publicada este fin de semana pasado en el Mundo en plan novio
matón que defiende a su novio. Pobrecitos, tanto esconderse, tanto que ni los
padres han acudido al enlace y todo para que la revista Hola les chafe el
invento sacando unas fotos (horrorosas por cierto) en portada. Es lo que tiene
ser tan ridícula buscando la intimidad, que al final no quieres taza y te la
dan por cuadriplicado. Un número de circo. Sólo faltó Ángel Cristo.
La semana pasada sucedieron hitos
fundamentales en la vida del deporte y de la literatura. Por un lado el Open de
Madrid que reunió a lo que los periodistas pelotas denominan los VIP (y luego
echas un vistazo y esas personas tan importantes tienen en su haber desfilar en
bragas entre otras cosas) Lo bueno que tienen algunas revistas como Diez
Minutos es que no pasan el photoshop y entonces te das cuenta de la cruda
realidad: Ana Rosa está vieja y la que sale en la portada de AR es un maniquí
disfrazado de ella. Es lo malo de no ser honesta con el careto que una tiene. En
lo literario dos cosas, en primer lugar falleció Carlos Fuentes, algo que no
recoge ni recogerá ninguna de las revistas del corazón. Y en segundo lugar, una
colega suya publica un libro, el primero. Fiona Ferrer se atreve con una
novela. Lo de colega no lo digo yo sino los periodistas que llenan las líneas
llamándola escritora. Las editoriales tienen que hacer estas cosas para poder
hacer caja. Es la prostitución de la literatura en estado puro y cuando la caja
funciona no hay quien rechiste. Entre argggggggggs y mmmmmmmmmmm, anglicismos y
palabras inconexas se llenan las doscientas y pico páginas del libro. ¿Llevas toda la vida intentando hacerte un
hueco en el mundo de la literatura y no lo consigues a pesar de los premios de
ayuntamientos y diputaciones? ¿Todas las editoriales te cierran las puertas en las narices porque no eres nadie hasta que algún agente o editor te descubra? Pues jódete, esto es lo que hay. Y si no lo entiendes, cómprate el Hola que ahí lo explican divinamente.
Hola nos deleita con el segundo
capítulo de las memorias de Adriana Abascal. Con lo de las memorias sucede lo
mismo que con la literatura. Cualquiera puede hacerlo. Da igual. Hoy en día una
Adriana Abascal emula al mismísimo Churchill y publica las suyas. Sí, señor,
con un par. Y se agradece leer cosas tan graciosas como la explicación de la
bella mexicana cuando asegura que no tuvo nada que ver con la separación de
Juan Villalonga de su primera mujer cuando la conoció a ella. Ya hija, las
malas lenguas que son terribles. Es lo que pasa por ser tan bella y guapa, que
todos te tienen envidia. Sólo te ha faltado añadir, yo no rompí ese matrimonio porque ya lo estaba.
Y hablando de belleza. Tasha de
Vasconcelos, esa mujer que fue novia del príncipe de Mónaco, Alberto, y que
desde entonces concede periódicamente entrevistas en las que lo nombra (razón
de ser de ser entrevistada, que no se engañe) dice que una revista que a pesar
de tener el don de la belleza ella prefiere dedicarse a las obras de caridad.
Igual hubiera sido mejor que se hubiese casado con el príncipe ,¿no? Las princesas
no suelen abrir demasiado la boca, entre otras cosas para no decir estupideces
como ésa.
Y hablando de Mónaco, pobre
Charlene. En cada foto que sale, más deprimida se la ve. ¡Y esas patas de gallo
que luce la pobre con lo joven que es!. ¿Se dan cuenta cómo los famosos y ricos
también lloran?