viernes 11 de mayo de 2012, 07:58h
Un ayuntamiento de la
provincia de Guadalajara acogido al plan de pago a proveedores necesitará 7.058
años para saldar su deuda. Sí, amigo, ha
oído bien. No se trata de una broma, de una exageración, o de una errata de
imprenta. 7.058 años. Más de siete
milenios.
La denuncia la ha realizado el
secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, y es un
ejemplo extremo de esa locura que ha llevado a muchos municipios a endeudarse
mucho más allá de su capacidad de generar riqueza. ¿Cómo ha podido ese
ayuntamiento acumular tal número de deudas? ¿Cuánto ha gastado y en qué? ¿En
esa corporación no había nadie con dos dedos de frente para poner freno a esa
espiral de números rojos? Se ve que no. 7.058 años para pagar lo que se debe.
Ahí queda eso.
Muchos ayuntamientos se han comportado
como nuevos ricos que han tirado de la veta del gasto de una forma
irresponsable. Encargaban proyectos sin ton ni son, producían facturas a la
buena de Dios, y las acumulaban dentro del cajón, confiando en que la divina
providencia hiciera el milagro de pagarlas, mientras las pequeñas empresas y
los autónomos que habían hecho el trabajo, esperaban en vano que llegase el inalcanzable
día del cobro. Pequeñas y medianas
empresas que en sus contabilidades arrojaban beneficios en teoría, pero que en
la práctica habían tenido que quebrar, por culpa de la pertinaz morosidad de
quienes tendrían que dar ejemplo y ser los primeros en pagar.
La crisis económica está sacando a la
luz la urgente necesidad de reducir el insoportable sobrepeso de nuestra
administración pública.
Sobran ayuntamientos en España, sobran
alcaldes y concejales, que solamente saben generar gasto, y que desconocen los
principios más elementales de una gestión eficaz. Políticos de aluvión, aficionados a la
megalomanía, amigos de hacerse la foto sonriendo al líder del partido, expertos
en tirar la casa por la ventana y liarse la manta a la cabeza con deudas
imposibles.
Ha tenido el Gobierno que iniciar un plan
para pago a proveedores, para que haya salido a relucir el increíble
despropósito de este ayuntamiento de Guadalajara. Pero por desgracia, no es el único caso, Sin llegar a superar la
barrera de siete milenios, existen muchísimas corporaciones municipales que han prometido pagar lo que deben en tres
plazos.
Pero se trata, lamentablemente, de tres
plazos intolerables: tarde, mal y
nunca.