Una autodenominada Comisión
Internacional de Verificación se ha paseado estos días por el País Vasco,
reuniéndose con el que quisiese oírles, para contar que ETA está preparada para
dialogar. El verbo está perfectamente
elegido. No han venido a confirmar, han venido a contar, es decir, a contarnos
el cuento de que los etarras son unos buenos chicos que han olvidado la
violencia (temporalmente, claro) para comenzar una etapa de diálogo.
Una vez más, los terroristas utilizan la
mentira como sustituto de la violencia. Y para arropar sus exigencias bajo el
disfraz dialogante, han encontrado unos compañeros de viaje que se prestan a
ello, y que con el nombre de Comisión Internacional de Verificación, van por
Euskadi propagando las supuestas bondades de la banda criminal.
La pregunta de muchos ciudadanos con capacidad
de asombro, es muy clara y directa: ¿A qué viene dicha Comisión Internacional?
¿Qué es lo que tiene que verificar? Por
supuesto, no viene a verificar las muertes que ha provocado la banda criminal
ETA, eso no es verificable. Viene a
verificar todo lo contrario, viene a verificar que los demócratas olviden la
sangre derramada, que estén dispuestos a dialogar políticamente con una banda
de terroristas. Y eso tampoco es verificable.
El Gobierno, por supuesto, no reconoce
legitimidad ni autoridad alguna a esta comisión, porque lo único que se debe
verificar con respecto a ETA es cuándo y cómo van a rendirse
incondicionalmente. Todo lo demás son pamplinas, o lo que es peor, formas de encenagar
aún más la convivencia entre todos los que desean erradicar definitivamente la
violencia terrorista.
Pero este disimulo, esta apariencia
dialogante, es algo más que un disfraz, es una estrategia. Ahora el objetivo es
aislar al gobierno, colocándole el sambenito de la derecha, y provocar de esta
forma la desunión entre las fuerzas democráticas
¿De
donde ha salido esa Comisión Internacional de Verificación? ¿Quienes son, quien
los paga, a quien sirven? No necesitamos
comisionados internacionales para verificar lo que pueden verificar
perfectamente nuestras fuerzas del orden, que no es otra cosa que el momento en
que ETA se rinda sin condiciones, entregue las armas, se disuelva y sus
integrantes se pongan a disposición de la justicia.