jueves 03 de mayo de 2012, 11:20h
Hace unas semanas volví a
Madrid desde las arenas de las playas de Cabo de Gata. La placidez de los días
se ve interrumpida sólo algunas veces por las noticias de la prensa, que se
leen en diagonal, o algún noticiario en la televisión. Por eso, al llegar a Madrid
no pudo uno evadirse del estupor al escuchar y leer, en solamente dos días,
cosas así.
El Rey, en plena crisis,
se va a cazar elefantes y se rompe la cadera, sin que esté muy claro si el
Gobierno lo sabía o no; la señora Fernández expropia YPS y un ministro del
Gobierno de Rajoy dice que al ser YPS de Repsol y Repsol una empresa española
(sic), se trata de un ataque a España. (Gibraltar español, le falto decir). Y
eso solamente un botón, porque, además, se seguían anunciando recortes
eufemísticamente llamados ajustes. Y sigo con esos días.
Otro ministro dice que
mejor que haya 40 niños en un aula que 25, porque con la primera cifra, se
socializan más; un empresario de una farmacéutica afirma, así, sin más, que una
buena ayuda para los parados sería permitirles vender sangre; en algunas
manifestaciones los policías han "repartido estopa" a base de bien y algunos
tertulianos lo justifican porque los apaleados podían ser -o eran- antisistema.
Y, la resistencia pasiva se va a castigar con prisión, es decir que Gallardón,
como ya escribí en estas páginas, hoy metería a Gandhi entre rejas, por
ejemplo.
Con semejante
perspectiva, lo que hay que hacer, y así hice, es tomar el primer tren que pude
y volver a Cabo de Gata. Aunque, claro, picado ya por la curiosidad, cometí el
error de prestar más atención a las noticias. Se recortaba en salud y educación
y se anunciaban vías indirectas que eran ni más ni menos, una vez más, un
engaño de Rajoy: se bajaban las pensiones a los pensionistas. Ya creí estar
curado de espanto y en tren volví a Madrid.
Y en esta ocasión
aparecieron imágenes de tres paisanos, vestidos de antisistema y bastante
guarros, que eran policías -eso sí, con un brazalete amarillo- sin identificar
y algunos armados con porras de hierro. La presidente de Madrid ya, sin
tapujos, deja claro que quiere cargarse el Estado autonómico y que los
sindicatos caerán, como el muro de Berlín. Se ve que, mucho, lo que se dice
mucho, no le gustan.
Uno cree que muchos de
nuestros jerifaltes/as, democráticamente o "democráticamente" elegidos, -que también
mandan en algunos casos- por las mañanas, antes incluso de desayunar exclaman
para sí o para sus señoras/es: "Verán hoy. Se van a
enterar estos". Y se van al tajo henchidos de orgullo y amor al orden. Claro
que, huyendo una vez más, vuelve a tomar el tren para Cabo de Gata.